El Exámen de la Marmota

Capítulo XXXII

Trigesimosegundo Capítulo

Naruto siempre había querido usar el sombrero del Hokage.

Ahora se había convertido en eso.

Era una forma sencilla de espiar al anciano cuando llegaba el día de las finales de los Exámenes Chunins, ya que en algún momento el viejo iba a morir; y esperaba evitar que en el futuro se reinicie reemplazándolo para que fuera un clon de Naruto bajo un cambio de forma que Orochimaru emboscó en lugar del Hokage real.

Por supuesto, tan difícil de convencer como podría ser el Hokage de esta extravagante historia. Los únicos métodos para lograrlo eran sacar al viejo él mismo; noquearlo para meterlo en un armario en algún lugar y esperar hasta que las partes malas hubieran terminado. No suena divertido o fácil (en una escala con derribar a Orochimaru, en realidad, y peor en que podría involucrar sentimientos heridos después del hecho, o fracaso y exilio antes), o, mejor aún, mostrarle suficiente evidencia para convencerlo.

Y el método ideal de Naruto para convencer a Sarutobi de que el peligro en el que se encontraba y lo que Naruto estaba pasando era real sería mostrarle la pelea real entre él (el Hokage) y Orochimaru.

Por supuesto, para mostrarle tal cosa primero requería que Naruto la adquiriera.

No la menor de esas barreras fue la misma: convencer al Hokage.

Por supuesto, debería haberse acordado de comer, ya que durante la larga espera para que Sasuke apareciera para su pelea, el estómago de Naruto retumbó. El joven estaba en el acto de preguntarse cómo lo había hecho cuando en este momento tenía un sombrero sobre la cabeza del Hokage, y actualmente no tenía estómago. Cuando el sorprendido Hokage reaccionó con la respuesta instantánea de un ninja altamente entrenado y golpeó su gorra, golpeando al chico cambiado de forma.

Naruto se despertó en su apartamento de nuevo y suspiró, luego se iluminó, saltando de la cama para dividirse en miles de clones, algunos selectos de los cuales cruzaron la aldea para visitar a ciertas señoritas en sus camas.

El mes previo a ese reinicio había sido bastante bueno, de hecho.

Había hecho todo lo posible para que así fuera.

Ino le había enseñado lo que sabía, pero no sabía mucho en comparación con el total de las técnicas mentales de su familia. Pero eso estaba bien, Naruto había tomado lo que ella le había enseñado como punto de partida e inventó el resto de lo que necesitaba.

El Hokage había sido muy generoso al permitirle acceder a tiempo a Kurenai, a pesar de que la especialista en ilusiones era muy necesaria para el próximo asalto. Se había llamado a todos los jounins, hasta que algunos estaban casi destrozados por los preparativos que habían tenido que hacer.

Afortunadamente, Sarutobi lo sabía, y había proclamado unos días obligatorios cerca de la final para que los ninjas con exceso de trabajo y estrés se relajaran un poco y recuperaran la forma de lucha que habían perdido durante los tiempos de preparación.

No había cambiado el resultado en absoluto, pero había sido un gesto agradable, muy atento del anciano.

En realidad, Naruto solo había obtenido algo de tiempo de Kurenai al proclamar que el Hokage no necesitaba ponerlo en ningún tipo de lista de prioridades.

Naruto había estado descansando en la oficina del anciano, relajado cuando nadie más en Konoha lo estaba. Los instructores enseñaban a sus alumnos a un ritmo febril y se estaban tomando todo tipo de otras medidas para asegurarse de que todo estuviera listo. Las estructuras defensivas completamente nuevas; búnkeres, refugios y hospitales de emergencia tuvieron que ser rediseñados desde cero. Ya que Ibiki y un escuadrón de jounins habían tomado cautivos a Kabuto y sus compañeros de equipo, para comprobar su traición y bajo interrogatorio esos traidores revelaron todo. Los acuerdos defensivos de Konoha eran completamente conocidos por sus enemigos y estaban completamente comprometidos.