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POVS/NARRADORA:

Son las 3:00 a.m. Mi mama ronca como un oso. Mágico yoga. Ahora soy yo la que no puede dormir. Es por lo de Aidan. Creo que lo he invadido demasiado. He tocado algo que le duele muchísimo y me siento culpable. Es posible que, ahora sí, no quiere volver a hablar conmigo. Hay ocho bolas de papel en el suelo. Son todas las cartas que empecé a escribirle, pero no encuentro las palabras exactas para decirle cuanto lo siento sin darle la oportunidad de mandarme al diablo. Va otra....

Aidan, siento mucho haberte molestado. No volveré a preguntar nada que tenga que ver con eso que tanto te duele. Por favor, discúlpame. No tengo ninguna vez "de buenas intenciones está empedrado el infierno". Cuando vuelva a encontrarte, solo diré: "hola". Empecemos de nuevo. No intentaré descubrir nada que tu no quieras mostrarme.

____ Brown.

Así de simple. Sin beso ni nada. Espero que funcione y me responda pronto.

***

Hoy hice algo que antes no se me hubiera ocurrido hacer ni loca. Antes de conocer a Aidan. Cuando acabó la clase de Geografía, me acerque a hablar con el profesor Veléz. Le dije que solo quería disculparme por haber estado desatenta y por no haber puesto más interés en la clase. El pobre se quedó mirándome confundido, luego se sentó en el escritorio, cruzó los brazos y dijo: "Es la primera vez, en todos los años que llevo enseñando en este colegio, que un alumno se acerque a pedir disculpas sin que, de por medio, haya amenaza de expulsión o algo así. La felicito y le agradezco la consideración, señorita Brown. Estaré entonces pendiente de su progreso en mi curso". Recogió su maletín y se fue rascándose la cabeza y despeinándose los cinco pelos que le quedan. Me sentí bien y me fui pensando: "Las oportunidades de progresar se acaban". "¿Aidan me habrá respondido?"

 "¿Aidan me habrá respondido?"

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***

Regrese a mi casa con Sophia. Le ha pasado algo horrible. Lo que más me preocupa es que esta muda desde que paso lo que paso. No llora. No grita. Nada. Mutis.

Estábamos regresando en el autobús y en un semáforo rojo la camioneta de su papá quedo parada casualmente al costado de nuestro bus. "Sophia, ¿Ese no es tu papá?", abrí la bocota. Sophia volteo emocionada: "¡Sii! ¡Papa! ¡Papá aquí estoy!", gritaba golpeado la ventana. "¡Señor! ¡Aquí está Sophia, la niña de sus ojos!", grité yo también burlándome y Alicia, que iba con nosotras, también empezó a bromear y golpear la ventana, pero no nos escuchaba. Una mujer iba en el asiento del copiloto. De pronto, esta mujer se acercó a él y le dio un beso en la boca y luego los muy idiotas se dieron un besito esquimal. O sea, frotaron sus narices y se rieron. Luego Alicia dijo: "Mira, Sophia, también está tu mamá. ¡Señora Alice!". Grito. Yo le puse una mano en la boca y le dije bajito: "Esa no es la señora Alice". Alicia enmudeció. Sophia se quedó helada. No dijo nada y volvió a acomodarse en el asiento. Lo único que dijo es: "No quiero volver a mi casa, y aquí estamos".

𝐄𝐧𝐫𝐞𝐝𝐚𝐝𝐚| 𝐀𝐢𝐝𝐚𝐧 𝐆𝐚𝐥𝐥𝐚𝐠𝐡𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora