Seremos lo que quieras

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La habitación del motel parecía anclada en los años setenta, con su suelo de moqueta desgastada y las paredes de un papel pintado a rombos ocres y marrones que resultaban asfixiantes. El colchón de muelles chirriaba cada vez que Eddie se movía en la cama. Con las cortinas corridas, ocultándolos del mundo exterior, toda la luz que tenían era la que emitía la lámpara de la mesilla de noche. Ve estaba viendo Big Bang Theory en la pequeña televisión de tubo, su masa informe descansando sobre su regazo.

Ve siempre le había parecido tan seguro de sí mismo. Eddie lo cogió entre sus brazos apretándolo contra su pecho, el sentimiento de culpabilidad lo embargaba hasta el punto de dejarlo sin respiración. Daba igual lo que hiciera, al final siempre arruinaba aquello que más le importaba.

–No es cierto. –La masa informe empezó a mutar abalanzándose sobre él hasta formar la forma más humanoide de Ve. Sus ojos opalinos parecían querer devorarlo. Los brazos del simbionte lo rodearon enjaulándolo contra la pared. Ve ocupaba todo su campo de visión–. Finges que todo va bien, pero estoy en tu cabeza. Incluso cuando te mientes a ti mismo podemos ver la verdad. –Su voz profunda retumbó en la habitación y vibró entre los pulmones de Eddie.

Eddie se notó desfallecer. Su mirada no podía dejar de seguir el balanceo de la lengua de Ve e imaginar lo que debía ser sentirla recorriendo todos los recovecos de su cuerpo. Todo su cuerpo parecía arder bajo el escrutinio de su simbionte. Su excitación tenía que ser como un faro encendido en todo su cuerpo. Notó su respiración pesada. Con el rostro de Ve tan cerca, sólo era capaz de pensar en el único beso que habían compartido. Estaba tan empalmado que casi resultaba doloroso.

–Pero crees que te preferiría humano. –Sus manos temblaron al dibujar con sus dedos el contorno de aquel rostro único–. Sólo somos seres cobardes e insignificantes. No hay nada bueno

–Carl es el cobarde e insignificante. Deja de repetirte sus palabras. –Eddie notó las garras de Ve clavándose en su hombro–. Carl miente. Eddie es perfecto. Eddie es Nuestro.

Eddie sólo quería perderse en la sensación de su cuerpo fundiéndose con el de Ve. Quizá Eddie no era perfecto, pero ellos lo eran. Venom lo era. En su interior todo parecía estar al borde del colapso. La ansiedad y la excitación parecían mezclarse en un único sentimiento que lo arrastraba en direcciones opuestas.

–Sin Eddie, no somos Venom. –Ve se relamió antes de atrapar los labios de Eddie en un beso. Eddie era incapaz de moverse, a merced del simbionte. La lengua de Ve lo invadió implacable, deslizándose hasta el fondo de la garganta. Las manos de Eddie se agarraron desesperadas a la espalda de Ve como si fuera un náufrago a la deriva. Luchaba por coger aire pero la invasión de Ve era tan completa que resultaba imposible. Notó su visión algo borrosa. Estaba convencido que estaba a punto de perder el conocimiento. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas incapaz de conciliar todas las señales contradictorias que su cuerpo le mandaba.

"Seremos lo que quieras, Eddie" La voz de Ve susurró dentro de su mente. Sus manos se relajaron y con ellas la tensión en todo su cuerpo desapareció. Eddie era como un barco deslizándose entre las olas. Daba igual lo que pasara, Ve lo iba a mantener a salvo. Los zarcillos negros se fundían con sus muslos cubriéndolos por completo. Uno de los tentáculos se enroscó alrededor de su erección. Un escalofrío lo atravesó como un chispazo eléctrico. Ve estaba en todas partes. Estaba convencido que podía sentirlo ronroneando contra su pecho, disfrutando con él y no sólo un mero espectador. Su mente se quedó en blanco al llegar al cénit. Los brazos que lo mantenían empotrado contra la pared se deshicieron en una maraña de filamentos que lo envolvieron por completo. Las lágrimas silenciosas estallaron en un sollozo incontrolable.

–Eres nuestra mejor parte, Ve –murmuró abrazándose con las garras de su simbionte antes de quedarse dormido.

MALA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora