Capítulo 07: Chococitos vs Cerealitos

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El plan de batalla se puso en acción casi de inmediato, las murallas de la ciudad de Chocolín se fortificaron hasta el punto que parecían un puercoespín de azucar, repletas de puntiagudos bastones de caramelo que impedirían que los enemigos logren atravesarlas fácilmente.

Además, las trampas de chocolate del clan Garte tampoco podían ser subestimadas. El agua hirviendo podría quemarte y causar heridas al ser arrojada desde lo alto de la muralla, pero el chocolate hirviendo era mucho más pegajoso y despiadado. El grado de las quemaduras producidas por este sería varias veces más grave que por simple agua y, al ser expertos en esta área, los maestros chocolateros de guerra del clan Garte lo sabían mejor que nadie.

Desde lo alto de la muralla, rodeado de hombres rudos y musculosos que vestían con uniformes de sirvienta de color rosado en honor a su ídolo, el general Lacome se mostrada serio y enfocado. Ahora, comenzaba a visualizar a sus enemigos a la distancia que se dirigían directo hacia la ciudad.

"Lola, no podemos esperar más. ¿Has conseguido lo que te pedí?" preguntó el general, sosteniendo su legendaria escoba encantada que tanto respeto producía en todos.

"¡Lamento la demora! Los chocolates energizantes y los dulces revitalizantes del clan Mento ya están listos para ser entregados". la líder de las hadas habló con su débil voz y luego uno de sus ojos se desvió de forma absurda hacia un grupo de hadas que estaban a su lado. Entendiendo el claro comando de Lola Mento, las hadas despegaron vuelo y comenzaron a repartir los mejores productos que su clan poseía, de forma gratuita, a todos los soldados presentes.

Las glotonas hadas eran sumamente celosas de sus poderosos manjares personales y normalmente jamás aceptarían dar estos de forma gratuita a otros. Pero esta era una situación de dulce o salado, y todos aquí entendían la importancia del asunto. Tener el chocopoder de los soldados al máximo posible, podría ser lo que determine el resultado de la batalla de hoy.

Mientras las últimas preparaciones de guerra se concretaban, los Asesinos Cereales avanzaban hábilmente por el terreno, montados sobre los galletoides; cuyas veloces patas de arroz corrían velozmente en dirección hacia la muralla de la ciudad.

Los chococitos pudieron observar por primera vez a sus terribles enemigos de frente y aunque aún estaban bastante lejos, ya lucían imponentes. Pero no temían, el general Lacome estaba aquí e incluso el rey Charletta se encontraba presente para apoyarlos moralmente.

Entregando su llamativa corona, de chocolate bañado en oro comestible, a uno de sus escoltas y colocándose un casco de guerra en su lugar, el rey Charletta II de la casa de los Bonbons dio su primer discurso de guerra en toda su vida:

"Estos invasores de tierras lejanas son tan dulces como un limón y no tienen un gramo de azúcar en su ser. ¿Qué creen que pasará si nos superan hoy? ¡Nuestra chocolatosa vida se perderá para siempre! Queridos y valientes soldados, amantes del dulzor y las cosas deliciosas, no podemos fallar o nuestras vidas se volverán libres de sabrosas calorías para siempre. Y... ¿Quién querría vivir en un mundo así? Solo estos despiadados demonios invasores que..."

Pero antes de que pudiera terminar su conmovedor y eterno discurso, una galleta de arroz gigante salió disparada desde una maquina lanzagalletas del ejército invasor, en dirección hacia la muralla de la ciudad de Chocolín. Todos vieron como se desplazaba por el aire de forma atemorizante y en dirección hacia ellos.

La galleta era realmente grande, casi del tamaño de una casa. Pero...

~ ¡poc! ~

El ruido sordo, que casi no se escuchó, pudo apreciarse por algunos de los soldados más cercanos.

"..." la multitud se quedó estupefacta ante tal despliegue de poder ineficiente.

La galleta de arroz era enorme en tamaño, pero su densidad y peso eran demasiados pequeños para causar destrucción alguna, quedando atascada en la muralla sin causar ningún daño en absoluto.

Los murmullos iniciales rápidamente fueron convirtiéndose en risas suaves, que con el pasar de los segundos se volvieron carcajadas llenas de burla. ¿De verdad les temían a estos enemigos tan suaves y livianos?

Pero, mientras sus ánimos se agitaban y algunos lucían más despreocupados, la galleta de arroz gigante estalló en mil pedazos desde su interior, conmocionando a todos en el proceso.

Un líquido, pegajoso y blanquecino, similar a la cera de una vela, se esparció por toda la muralla mientras comenzaba a solidificarse a una velocidad visible para todos; formando un camino que bien podría ser usado como rampa para ascender fácilmente a la parte superior de la muralla.

Los chococitos finalmente notaron como sus cuidadosas trampas y planificaciones previas se derrumbaban velozmente, ante un único movimiento de este salino y aterrador enemigo.

Ya nadie estaba riendo.

¡La guerra de dulce contra salado había comenzado!

La Sociedad Loca ✔️ Cuento corto (comedia) ✔️ CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora