Muriel está tranquilo bajo las ligeras sacudidas que el lomo del animal provoca en su constante movimiento. Atado a su espalda, Muriel ve las estrellas a través de los árboles por los que pasan. No puede mover los brazos ni las piernas. Está envuelto en su manta. El recio manto de pieles curtidas huele a tierra, como en casa...
Muriel gira la cabeza.
Ahí está el extraño. Su imponente espalda siempre está cerca, pero nunca ve su cara. Está tranquilo. Sólo viajan durante la noche.
Hay gente escondida en el bosque que les rodea. Puede sentir sus respiraciones pesadas: están durmiendo. Cuando sale el sol, a Muriel y al extraño les toca esconderse.
Cuando salga el sol, los árboles sonarán con gritos de guerra.
Muriel observa el color naranja escurriéndose por el horizonte, en el cielo. La hora se acerca. Su corazón comienza a latir como un caballo desbocado.
"Muriel."
Su respiración se hace más rápida, sus oídos comienzan a reconocer los primeros sonidos. El cielo y los árboles se disuelven; su visión se vuelve roja.
Unos golpes resuenan en su cabeza, lentos, como las campanas del Templo cuando dan la hora. Alguien está golpeando lo que parece metal contra la pared, llamando su Nombre según el sueño se desvanece.
A Muriel le duelen los músculos. Cuando traga, su garganta está seca. Su estómago se está devorando a si mismo.
"Montaña." lo vuelven a llamar. "¡Hey, Montaña! Vamos, sal."
La voz del chico hace que se quede inmóvil donde está acurrucado. Maalik, el Rayiys, sigue golpeando con su corta vara de metal contra la pared. La ya resquebrajada piedra parece agrietarse un poco más bajo sus constantes golpes. Plong, plong, plong. El Rayiys no se cansa.
"¡Tenemos una oferta que hacerte!" Bechain el Nervioso se atreve a hablar.
Muriel conoce esas voces... Y sabe que no se irán.
Muriel, la Montaña, aparta la capucha del manto de su cara, dejando que los últimos rayos del sol le den en su piel sucia. Muriel se arrodilla sobre las tejas, asomando su cabeza sobre el borde del tejado, observando a los dos críos que esperan impacientes.
"¡AH! Oh, uh, ahí estás." Bechain el Nervioso da un respingo, sacándose inmediatamente el dedo de la nariz. Se rasca la cabeza, mirando de soslayo a Maalik, el Rayiys. "Bueno, uh, el chico nuevo del muelle sigue esquivándonos." sus palabras salen como un silbido a través de los huecos vacíos de su boca. Está esperando a que le salga el diente que se le cayó la semana pasada. "No quiere hacer amigos."
Maalik el Rayiys deja de golpear la pared; parece aburrido. Ahora, guarda su vara de metal en el cinturón. Un cinturón deslucido y con la hebilla oxidada, pero que cumple su función: impedir que se le caigan los enormes pantalones que viste. El Rayiys se cruza de brazos.
"Se llama Asra." dice. "Es pequeño, y es rápido. Sería bueno tenerlo con nosotros como ladrón." El Nervioso asiente rápidamente con la cabeza. El Rayiys le mira un momento, arqueando una ceja, y después vuelve a levantar la cabeza hacia Muriel. "Queremos invitarle formalmente a que se una a la banda. Pero queremos que seas tú el que le persuada."
Muriel no tiene ganas de hablar con ellos.
Maalik le mira desde las escaleras de la calle con los brazos cruzados y una sonrisa en el rostro. Tiene la cara muy morena, con muchas pecas, sepultadas bajo los restregones de hollín que se esparcen por sus mejillas. Una de sus cejas está un poco abultada, donde tiene una gran herida que se confunde con los oscuros pelitos. Los nudillos que guarda bajo sus axilas también tienen heridas; una costra tirante que a veces le molesta. Cuando a Maalik le molestan las costras, se las arranca. Le ponen de mala leche.
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Muriel
FantasyTodo transcurre en Vesuvia. Una aprendiz de mago se ve reclutada en palacio para investigar el asesinato del conde Lucio. El supuesto asesino, ahora fugitivo. Nuestra aprendiz se verá envuelta en una serie de aventuras que la guiarán hasta el Homb...