¿Qué es lo que más temo? ¿La oscuridad? ¿Cuándo los rayos de sol dejen de resplandecer sobre el agua fría? Allá, donde las palabras eran infinitas en juegos de niños, dejamos volar la imaginación como piratas y criaturas mágicas bajo las aguas profundas, allá donde corríamos sobre la tierra dorada. Tú eras mi único amigo y soñé con el infinito mientras las retinas eran nítidas, mientras veía el celeste hasta que aparecieron las sombras como pequeños fantasmas. Steve, pase lo que pase estaré siempre contigo, prometiste, y luego me dejaste acompañarte para dirigir el barco que nos conducía a lo desconocido. Había sinfonía hasta los días de tormenta, eres mi mejor amigo, y soy el único que entono tu nombre. Bucky, James, Barnes, existente distintos nombres, pero solo una única brisa para mí.
Buck, aun veo el rojo de la hierba, y el gris de las cascadas, esas que dejan que las chispas estallen. Vamos a correr, dejemos el miedo a mil años luz, incluso si el vidrio se rompa y el agua se evapore. Vamos y escucha mi voz, escucha mis suspiros, escucha cuando canto tu nombre en el momento que tu piel toca la mía, al tiempo que voy memorizándolo.
Entonces el día se presenta con el vistazo del arcoíris, recordándome que el artista se apaga cuando no distingue pinturas de acuarelas, que no es virtuoso si su tejido solo es negro como el carbón sin fuego. Vamos, me dijiste, vamos que nada de eso pasará y pensé que no pasaría, y luego mis preocupaciones y temores eran los papeles verdes quemándose sin sentido. Volverá, esas cosas mundanas volverán, me repetiste, como los tabloides que se imprimen a diario, me dijiste, pero hay cosas que no vuelven y descubrí que estaba escondiendo mi miedo en números, números que suman y restan en la mente abstracta ¿a qué le temo? Hay preguntas que no he dicho en voz alta para no responderlas jamás, hasta que están cerca, hasta que, mirando el cielo estrellado con tu respiración en mi pecho, mis lágrimas pueden decirlo, Bucky, Buck, lo que más temo, lo que temo realmente no es la oscuridad, no es la falta de colores, no es los destellos de soles colapsando, lo que me más miedo me da, no es el silencio y las constelaciones, o el presagio y el destino. Lo que más temo, lo que más miedo me da, lo que me aterra hasta paralizar mis entrañas, es no verte más, es no ver más tu bello rostro, los trazos definidos que forman tu silueta junto al mar desolado, tus ojos después de la lectura de tus besos, los matices de tu piel en el silencio de tus brazos. Lo que más me aterra es cuando sienta la profundidad del pozo en mis venas sin que pueda encontrarte más. Y te pierda, te pierda, te pierda. Te pierda, en mi memoria te pierda como el destilado de una pintura antigua. ¿Me queda esperanza? ¿me queda fe? Quizá, quizá al igual que Beethoven que toco los teclados de un piano desgastado, yo aún pueda pintarte en la oscuridad perpetua. Y dejare de lamentar, porque aún hay un largo viaje en este tren, aún hay un ancho mar que navegar, lo sé, habrá un tiempo, habrá un espacio, un lugar, un lugar donde mi mente divague con recuerdos y colores que ninguna combinación pudo expresar, entonces hare de ellos tuyo, dibujando tu sonrisa hasta el final de mis décadas, para recordarlo, recordarlo y no se borre jamás de mis pupilas. Al fin no habrá perdida, porque la oscuridad será mi lienzo para trazar el tacto de tus manos, colorear el sonido de tu susurros, detallar el aroma de tus cabellos dorados, y definir el sabor de tus labios. Bucky, Buck, mira las estrellas caer y luego observa como yo las vuelvo a subir.
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Little Star
FanfictionAún a lo lejos se puede observar, una pequeña estrella, brilla para los dos. Pequeñas historias Stucky.