—¿Cómo te llamas? —le pregunté.
—Creo que llamo Jack, pero solo me acuerdo de eso...
—Pues ya somos dos.
—Y... ¿no sabes dónde estamos? —me preguntó. No sé si fué porqué me pareció que adoptaba un tono casi de superbia o simplemente por su desconcertante calma frente a esta situación pero ese comentario me hizo saltar.
—Mira, yo sé lo mismo que tú, así que afloja un poco con las preguntas. Estamos igual, ¿vale? Al igual que tú, solo sé mi nombre.
—Pues dime, ¿cómo te llamas?
—Isabel... —como ví que no parecía precisamente interesado en salir de ahí lo antes posible, empecé a analizar la situación intentando mantener la calma—. Por el olor, parece que estemos en una especie de alcantarilla. Además el suelo está humedo... sígueme.
—¿Dónde vamos? —me preguntó Jack. No pude evitar poner los ojos en blanco mientras le daba la espalda y empezaba a caminar hacia alguna parte. ¿Sólo sabía hacer preguntas estúpidas o que?
—No lo sé, tu sígueme.
