—¿Qué está pasando? —pregunté—. ¿Por qué hemos vuelto?
—Rápido, ¡levantaros! —nos apremió Lucas haciendo caso omiso a mis preguntas.
Lucas era un investigador que trabajaba con nosotros. Al parecer, estabamos formando parte de unas pruebas que, de hecho, nunca nos había dicho para que eran. Lucas era así: tenía una idea que casi rozaba la obsesión y trabajaba en ella día y noche sin apenas descanso. No era capaz de detenerse hasta llegar a la raíz del asunto y por eso nunca hablaba de sus proyectos hasta que estos no estaban terminados.
—Me duele todo... —se quejó Jack—. ¿Por qué tanta prisa?
—¡Luego hablamos! —Lucas parecía casi fuera de si mientras se apresuraba a recoger toda clase de objetos y artefactos por la sala metiéndolos en una bolsa—. Ahora necesito que os deis prisa, joder.
—¿Dónde vamos? —pregunté. Pero nadie se molestó en contestarme.
Decidí entonces empezar a hacer caso a Lucas. Me levanté de la silla en la que me había sentado lo mas rápido que pude y fui a ayudar a Jack a levantarse dado que parecía más cansado.
Cuando estuvimos listos salimos por una puerta que había en un rincón de la sala que daba a la calle. Allí nos encontramos con Stephan, el ayudante de Lucas y su mano derecha. Jack ya se había recompuesto, de forma que pudimos correr calle arriba hasta llegar al todo terreno de Stephan al que nos subimos a toda prisa. En unos minutos ya estabamos en la carretera.
—¿Nos pensáis decir ya dónde vamos? —dije yo cuando pude controlar mi accelerada respiración.
—Vamos a comisaría —respondió Lucas tajante.
—¿A comisaría? ¿por qué? —preguntó Jack casi tan descocertado por su respuesta como yo.
—Por el resultado de las pruebas —Stephan respondió con un semblante muy serio.
