—Y por eso, chicos, nos dirijimos a comisaría —dijo Lucas, que ya se había calmado.
El resto del camino estubimos en silencio. Stephan estaba concentrado en la carretera, Lucas miraba por la ventana en el asiento del copiloto y Jack tambien miraba por la ventana desde el asiento trasero, a mi lado. Se giró acia mi y me dedicó una de sus encantadoras sonrisas, y yo le dovolví la sonrisa. Me agarró la mano y me la acarició suavemente. Pero aquel breve instante de calma se desvaneció cuando se repente sonó el estridente tono de llamada del telefono móvil de Lucas. Nos dijo que eran los de comisaría y para nuestra sorpresa pueso la llamada en altavoz.
—¿Cuánto os falta para llegar? —preguntaron al otro lado de la línea.
—Nada, en cinco minutos llegamos —respondió Lucas.
—¿Cinco minutos?! —dijo el policía exhaltado—. ¡Eso es mucho tiempo!
—¡Vamos lo más rápido que podemos! —respondió Lucas— Por cierto, vengo con ellos.
—¡¿Qué?! ¡Te dije que vinieras solo con tu amigo!
—Lo siento, ha sido inevitable. Adiós. —y colgó.
—Por qué es tan grave que te acompañemos? —pregunté yo.
No recibí ninguna respuesta, pero preferí guardar silencio antes de agotar la paciencia de Lucas. Seguimos el camino en silencio. Noté que el telefono de Lucas vibro. Se trataba de un mensage.
—¿Que dice? —dijo Jack que también lo había visto.
—Son lo de comisaría, que nos ponen prisas —dijo Lucas nervioso. Se notaba por la expresion de su cara que no decía la verdad.
