Geheimnis #1 COMPLETA

CAPITULO 59

Todos a mi alrededor se mantienen en silencio. No tienen nada mejor que hacer. Ni siquiera tienen razón para haber venido. No la conocían. Y puede que yo tampoco. Puede que lo que según yo conocí de ella, era solo lo que yo quería ver.

La caja vacía baja en el hoyo en la tierra. Ambas cajas lo hacen. Solo que la otra no esta vacía. Daniele y Ellie, ángeles de mi vida, héroes de mi historia y razones de mi existencia. Muchos dicen que cuando alguien que es tu razón de vivir, muere, quieres irte con él. Pero aquí no murieron, fueron asesinadas y a pesar de mis ganas de acompañarlas y quitar un peso del mundo, mi labor aquí no ha terminado.

En vida fueron mi razón de vivir, en muerte serán la razón de mi sobrevivir.

Ambas han sido enterradas donde la madre de Ellie. Miles esta a mi lado, suelto pero atado. No tiene a donde ir. El dolor es su único acompañante. El ver la realidad le carcomerá la cabeza lentamente. He parado la tortura física sabiendo que el dolor que le haga yo silenciará el que se haga él solo conviviendo el resto de sus días con su cabeza.

Estoy pagándole con su misma moneda, eso es lo más irónico.

Su nariz esta roja de llorar, y sus ojos tan aguados que han perdido su forma.

Esa es suficiente gratitud para mi.

El padre termina con la misa, y sin esperar más me doy media vuelta enganchando mi brazo al de Tobías, y mi otra mano enroscándose en la de Adler. Ambos me han apoyado y se mantienen en silencio caminando junto a mi a Jiovani, una belleza de coche.

No los amo. No se confundan. Puede que me gusten. Es solo por un tiempo. Si, Los estoy utilizando, nada nuevo. Pero ellos tambien me usan, por eso no hay problemas entre nosotros. De alguna manera retorcida y rara son importantes en mi vida, así como lo soy yo, además de que son los únicos que me están dando el botón para hacer el mundo explotar, y eso será algo que siempre mantendré en cuenta.

-¿A donde?-me pregunta Tobías.

Le respondo con una sonrisa recordando nuestra anterior conversación, cuando el capta a la perfección a donde me refiero.

- Pero primero debo ir a un lugar. - añado.

- ¿Sola? - pregunta educadamente.

- Así es.

Me guiña un ojo asintiendo y regalándome una sonrisa ladeada. Zafo mi brazo del agarre y le tomo del cuello acercándolo a mi y uniendo nuestros labios en un ardiente beso. No tarda en mandar a su lengua a invadir mi boca y morder mis labios. Todo lo que hace es con coquetería y picardía, provocándome y provocandose, jugando conmigo y consigo mismo.

Nos separamos por aire pero yo giro mi cabeza a donde Adler me toma de la parte trasera de mi cabeza con brusquedad mientras que estampa sus labios con los míos. Sus dedos se colan en mi cuero cabelludo y tiran de él para abrirme la boca y devorármela. Su manera de besar es tan salvaje que muerde mi labio hasta hacerlo sangrar levemente.

Me separo sonriéndoles a ambos y separándome de ellos mientras que avanzo a mi moto. Acelero sin colocarme el casco, dejando que todos vean perfectamente quien soy y quien porta la marca de la mafia italiana y alemana.

Las voces siguen aquí, ayudándome a sobrevivir. Nunca debí bloquearlas, ahora lo entiendo. Su egoísmo es mi salida y lo que mantenía mi mundo balanceado, el callarlas por pensar que estaban delirando me desenfocó de la realidad.

A lo lejos veo mi lugar de objetivo, viendo como sigue abierto y con gente adentro, eso ya no me importa, nada lo hace en verdad. Tenía razón que el miedo a morir se desvanece cuando ya lo has hecho, creo que no hay cosa que no me haya tocado y el peligro aparece más seguido en mi vida que una sonrisa de felicidad.