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Me acerqué a la casa que ahora estaba en ruinas además de completamente chamuscada y unos pedazos de techo se empezaban a caer.

No podía creer que de repente todos mis recuerdos se redujeran a cenizas. La impresión comenzó a cambiar mis pensamientos y poco a poco olvidaba cada vez más. En mis sueños, siempre veía a una hermosa casa, colorida y alegre rodeada de un bosque. Tal vez una bonita madre y un padre mirándome jugar en los arbustos.

Mi memoria era borrosa y siempre tenía como una cama de neblina cada vez que me encontraba pensando sobre este lugar. Nunca vi la historia completa.

Fueron muchos años suponiendo lo que había pasado sobre como terminé en el Orfanato Clarke, tal vez mi familia ya no podía mantenerme o había hecho algo muy malo. El punto es que había algo malo. Existía un espacio vacío que no encajaba entre cualquiera que sea la vida que tuve entre este lugar y mi llegada al orfanato.

Y estaba segura que no era nada bueno.

De igual forma, no podría hacer nada, así que lo único que pude hacer fue: entrar.

Apenas abrí la puerta, un aire pesado lleno de polvo golpeó mi rostro fuertemente haciéndome estornudar.

Decir que la casa era un completo desastre sería muy amable de mi parte.

Por dentro seguía igual o peor de mal estado que afuera, y el olor a quemado era más notable. No había demasiados muebles, pero si bastantes plantas y musgo que se entrometían desde algunas partes de suelo rotas y sobre todo desde las ventanas.

Los colores que predominaban eran el negro y café deprimente, solamente animado por la naturaleza que existía y luchaba por sobrevivir en ese lugar.

Pasé mis manos por la pared, saciando la curiosidad que tenía por tocar las texturas. Mi mente solo divagaba en un extraño vaivén de tratar de saber lo más posible sobre esta maldita casa, y porque casa paso que daba se sentía lejano, pero a la misma vez tan familiar.

Me encontré ya en el segundo piso, exactamente en una habitación vacía al lado de las escaleras en donde se podían ver algunos escombros y maderas en el piso. Me acerqué a la ventana en frente y me distraje mirando mis manos que estaban llenas de polvo. Me limpié en mi camiseta tratando de disipar la suciedad, pero solo terminé más manchada.

Estaba lo suficientemente ocupada como para no escuchar el motor de auto que estaba en la entrada y no me di cuenta de que alguien había entrado hasta escuchar la puerta abrirse.

—Mierda. —Susurré cuando me agaché en el piso haciendo el silencio más abrumador que he podido distinguir en mi vida.

Entré en alerta de inmediato y me concentré en mi exterior para poder canalizar mejor los sonidos.

Los pasos pesados se extendieron por toda la propiedad y los gruñidos de queja no tardaron en hacerse presentes.

Avancé con cuidado en cuclillas hasta el borde de la puerta y asomé mi cabeza hacia las escaleras, con cuidado. Finalmente pude ver a la dichosa persona que había entrado en la casa.

Se trataba de un hombre, de cabello negro y musculatura considerable. Cuando dio la vuelta un momento alcancé a ver sus ojos verdes. El ojiverde rebuscaba algo en la escalera con desesperación. Siendo más precisa, debajo de un escalón. El refunfuñaba con bastante enojo mientras metía su brazo debajo del escalón. De pronto, su mirada se prendió cuando encontró lo que estaba esperando ver.

"Una portátil ¿Enserio? ¿Casi tiras media escalera por encontrar una computadora? Supongo debe haber algo muy importante" Pensé mientras metía mi cabeza hacia la seguridad del pasillo e intentaba idear como salir de ese lugar.

POWERFUL  -Void Stiles (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora