Volviste

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Me resultó difícil de recordar el momento preciso en el que preferí a Vanya sobre los demás.
Era más obvio que me llevará bien con alguno de los otros que con ella.
Se suponía que ella era la ordinaria pero jamás fue algo bueno en nuestra casa.
Nosotros somos los que no deberíamos encajar en este mundo y sin embargo era ella, la más parecida a los demás la que no encajaba.
Pero aún así yo la prefería, fue por eso que cuando ya no tolere más fui hasta su casa.
Las ventanas se abrían fácil y una patada fuerte bastaba para romper la puerta del departamento.
No había nada ostentoso o fino en ese lugar, no había nada de valor y no era demasiado grande pero aún así todo en ese lugar gritaba que era un hogar.
Recorrí los viejos periódicos y revistas que estaban regados por toda la sala, toque el vaso y el plato que estaban en el fregadero, me metí a su cama y por un leve segundo deje que el aroma de Vanya impregnara todos mis sentidos y volví a la noche, nuestra noche, dónde sin saber nos habíamos despedido.
Entonces escuché ruido fuera del departamento y me traslade a el lado de la ventana. Entro sin fijarse en mi, entro como si yo no estuviera ahí, pero no había estado ahí en demasiados años.
-Deberias tener cuidado, los violadores o ladrones podrían entrar fácilmente a este lugar.
Sus ojos me recorrieron de pies a cabeza pero no ví sorpresa en ellos.
- Vivo en un segundo piso.
- No creo que eso los detenga.
Algo en su andar me causo intriga era como si estuviera tocando una canción conocida, algo que había practicado tanto que ya sabía que seguía.
- ¿Que quieres Cinco?
- Hablar.
- ¿Sobre qué?
- Te voy a contar algo, promete que guardarás la calma.
- Deja el dramatismo Cinco.
Me acerque a ella, mi cuerpo gritaba que la tocará para saber que en realidad estábamos juntos, pero sabía que ella me rechazaría.
- En una semana el fin del mundo ocurrirá, el mundo que conoces, al que yo he venido morirá.
Voltee a ver sus ojos que con la edad se habían hecho más saltones pero no ví miedo o asombro de ello...algo estaba mal.
- Prepararé café.
La vi alejarse sin una pisca de miedo o preocupación, parecía que yo nunca me había ido y que en realidad le venía a decir que me cambia de calzones en la mañana no que el fin del mundo estaba cerca.
Vi como se movía con soltura...como si ella lo supiera.
- Deja de verme así Cinco.
-¿Verte cómo?
- Como si fuera más rara de lo que en realidad soy.
- No estás asustada...
- ¿Debería?
Algo no estaba bien, claro que debería estar asustada y sin embargo estaba preparando café como su fuera un día cualquiera y como si yo no hubiera desaparecido 15 años.
-Cinco... crecí con ustedes, mientras que para otros niños es normal ir al cine el fin de semana o al parque ustedes iban a matar ladrones de los bancos a salvar la torre Eiffel...tal vez nunca fue como tal el fin del mundo pero siempre hicieron cosas así de raras y siempre lo resolvieron, confío en ustedes...harán lo que sea necesario para salvar el mundo de eso estoy segura.
Me le quede viendo, sus ojos lucian cansados pero algo en ella la hacía ver como si por fin pudiera respirar después de mucho tiempo.
-...¿Vanya...que sabes?
- Más de lo que piensas pero todo debe seguir un curso.
- ¿Por qué no me cuentas?...siempre has hecho esto, hablar con acertijos....como voy a protegerte si no te entiendo.
- ¿Por qué necesito protección de alguien que me dejó?
Entonces lo ví...no estaba enojada...estaba decepcionada.
- Vanya...yo no sabía...si hubiera...
- El hubiera no existe Cinco. Te fuiste...no estoy enojada pero si decepcionada..
Yo era Cinco, yo no tenía emociones y sin embargo por un momento una lágrima sé darramo por mi mejilla pero no toco el piso...ella la detuvo.
- Hace tiempo te perdone Cinco pero jamás te olvide, los años que me quedé ahí te esperaba todas las noches con la luz prendida y un sándwich de crema de maní con malvaviscos porque sabía que era tu favorito, todas las veces que alguno de nuestros hermanos llamo siempre soñé que fuera para decirme que habías vuelto...no te pude olvidar.
Tome su mano y bese su palma...yo tampoco la había podido olvidar a ella.
- ¿Aún me amas?
- Jajajaja no puedo contestar eso sin irme a la cárcel.
No pude evitar reírme con ella, era un puberto, podría tener en realidad 70 años pero seguía siendo un vil puberto cuando estaba cerca de ella, cuando sudaba de los nervios y mi corazón sentía que se iba a salir de mi pecho.
- Quédate a dormir si quieres, mañana hablaremos con los demás y solucionaremos todo.
- ¿Cómo estás tan segura?
- Son mi familia...confio en que van a hacer lo correcto.
- ¿Por qué siento que no va a gustar lo que tengo que hacer?
- Porque eres Cinco, si no es como tú dices está mal...eres necio pero así me gustas.

Cinco odia sentirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora