-¿Cómo que no aparece? -la voz amarga de Kaus, tronaba al final de la línea. Era tan áspera, que la pobre Enif casi se echó a temblar de miedo, observando su propio terminal. Suspiró con fuerza y siguió escuchando la explicación que Erídani daba a través del aparato. Estaban los tres conectados por videoconferencia. Veía tras Kaus unos altos rascacielos y algo que parecía un puente. Detrás de Erídani se veía el mar. Ella tenía a su espalda una masa enorme de árboles que identificó como el seto de un patio de colegio. Un hombre le hizo una seña con la mano desde la cancela principal del mismo, pero ella lo ignoró, muerta de miedo. Era todo tan extraño en aquel sitio. No había suavidad, ni formas algodonosas como las nubes de gas que tanto la confortaban en casa, ni la calidez de la oscuridad espectral. Volvió a suspirar y prestó atención, profundamente preocupada por lo que había sido de su compañero.
-Sabemos la triangulación de la señal del chip que el Universo le insertó bajo el corazón. Mas exactamente en cada una de sus células cardíacas. Hacerlo en todas las células de nuestros cuerpos, sería una tontería, pues perdemos células constantemente, porque mueren y se regeneran y esas células muertas serían balizas falsas a la hora de una posible localización. -Erídani enunciaba ausente, pensando que el Universo era un genio de la nanotecnología.
-Al grano, Erídani. No tenemos tiempo que perder... ¿Dónde cojones está? -la estrella saltó, saliendo de su trance, al ver la cara de pocos amigos de su compañero. -Esta dentro del punto de salto. En una ciudad llamada Madrid. Es la capital de uno de estos ridículos países. La mas grande. -bufó disgustada. -Más de tres millones de habitantes. Una locura... No va a haber quien lo encuentre en un sitio tan masificado...
-Pero al menos sabremos la zona, ¿no? -suspiró aliviado al ver que su compañera asentía. -Bueno, puede que haya perdido el móvil, pero se sabe de memoria todos nuestros números, asi que lo dejaremos estar durante venticuatro horas, que es el tiempo límite que establece la ley para comenzar a buscar oficialmente a una persona. Después daremos parte a la policía si no aparece. -frunció el ceño, esperando de verdad que no tuvieran que llegar a esos extremos. El Universo quería que pasasen desapercibidos y bastante llamativos eran ya, con sus estrambóticos colores de pelo, azul eléctrico el de él, rojo fuego y naranja el de Erídani y Enif y blanco puro el de déneb. Como no se fueran a camuflar en el interior de una carroza o en la Marcha del Orgullo LGTBI+, no sabía donde mas iban a pasar por gente normal... Ah si, en una fiesta Flower Power, resopló con sorna, antes de despedirse de sus compañeras, pidiéndoles prudencia y que estuviesen atentas a las posibles noticias del desaparecido. Cortó la comunicación, profundamente preocupado y comenzó a caminar ausente hacia el puente de Brooklyn, con las manos en los bolsillos de su cazadora de cuero negra y la vista fija en la punta de sus botas militares, desabrochadas sobre sus vaqueros desgastados y estratégicamente rotos. Siempre había sido un rebelde y no iba a dejar de serlo, por estar en una misión. Porca miseria...
El universo observaba la escena vivida por Déneb con curiosidad y no disimulada fruición. La jovencita que se inclinaba levemente frente a el, en aquel parque, era una humana preciosa. Y piadosa también, por lo que parecía. Seguiría observando, a ver que salía de todo aquello, pensó con una sonrisa.
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DÉNEB
RomansaEl universo esta aburrido y debate con otros universos por qué el planeta Tierra parece ser tan especial. Para averiguarlo, decide enviar a un grupo de estrellas, (de las del firmamento) a averiguar tan importante información. Lo que el universo no...