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El tiempo es a una de las cosas que mas miedo le tengo; este pasa sin detenerse y sin control alguno. Es algo tan simple pero cuando de verdad reconocemos su existencia es cuando aprendemos a valorar cada segundo de nuestras vidas; el saber lo delicado que es el tiempo, que no todos tenemos el mismo ritmo y que para todo hay tiempo. Solo  debemos saberlo distribuir y reconocerlo.

Mis bebes ya tienen tres meses y una semana de nacidos y siento que los he disfrutado al máximo, son lo mejor de lo mejor. Ahora mi empresa me exige ir como la dueña y gerente que soy pero solo voy tres o cuatro horas por el post parto, después se extenderá a  medio dia o jornada completa; me los cuida Isabella quien esta muy encantada con ellos. 

Hoy tuve que traerme a Nathe (así le decimos por cariño) a trabajar y a buscar los papeles que me quedan en la clínica; amaneció con mamitis aguda y no quiere separarse de mi ni un segundo. 

Son mas activos y solo duermen una vez al día en la tarde y en la noche que gracias al cielo ya no se despiertan a comer. Balbucean, están mucho mas grandes y obesitos y se ríen como los mas lindos ángeles. 

-Buenas tardes- saludo al vigilante que observa al distraído nathan que observa los autos detrás de mi apoyando su barbilla en mi hombro.

-Castaña! Te extrañábamos por aquí!- me sonríe sin apartar la mirada de Nate.- ¿Es tu hijo?- asiento- Esta muy grande! Que rápido pasa el tiempo.

-Si... Que pase un buen día- me despido con la mano y me subo al ascensor encontrándome nadas mas y nada menos que a... Momento.

Trae una chaqueta  así que no se si tiene tatuajes, se ve un poco mas delgado y sus ojos son muy oscuros, agh este es el odioso de Yeison.

Ignoro su existencia y le doy la espalda, pero cierto niño comienza a balbucear al notar el extraño que esta en su campo de visión. Para mi suerte el ascensor avanza rápido y llego, salgo lo mas rápido que puedo de ahí y voy a mi adorada área de maternidad pero noto que Yeison me sigue por lo que en la puerta del área me detengo y lo observo con una ceja alzada.

-¿Por que me sigues?- este suelta una risa amarga.

-Voy para esta área, no te creas tan importante- con eso se va dejándome con la palabra en la boca.

Ruedo los ojos y entro, esta todo tal cual con enfermeros y enfermeras de un lado a otro y mujeres esperando a ser atendidas, una cabellera rubia resalta con el uniforme celeste y al notarme viene hacia mi.

-Dios santo, estos niños y tu cada día están mas preciosos- me abraza como puede y nate se queja balbuceando, se voltea y observa a Sara con el ceño fruncido- ¿Qué te pasa gruñón?

- Tiene mamitis aguda- me encojo de hombros.

-Eso se le pasa con tía Sara- lo toma en sus brazos rápidamente y este sonríe para mi sorpresa.- Hey picaron! ¿Este cual es?- me pregunta acariciando sus mejillas.

-Nate- respondo mirando a todos lados.

-Hola hermoso nate, tía te extraño mucho!- Me observa- Te están esperando en administración, si quieres me quedo con nate.

-Ok, cualquier cosa me buscas- le entrego el babero y el chupete, el agua y me voy.

Pasando por los pasillos me encuentro muchas personas desconocidas porque este no era mi turno, llego a la puerta y toco tres veces hasta que escucho un "pase"; entro y me encuentro a una señora sentada con una gran fila de papeles en el escritorio, esta se encuentra tras este con los lentes en la parte mas baja del puente de su nariz.

-Tu debes ser Ainhoa Suarez, cierto?- asiento- Siéntate por favor que antes de entregarte los papeles debo conversar algo contigo.- me siento frente a ella.- ¿Los bebes como están?- alzo una ceja- Aquí todo se sabe.

Adopción obligada (Novela#4 de la saga cigüeñas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora