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Sayuri era la única hija mujer del líder del clan Uchiha, sin embargo, a diferencia de las demás féminas de la época, a ella no se le educó para ser una esposa o madre, sino para convertirse en una fuerte shinobi, claro que a sus hermanos mayores no le agradaba la idea de que su hermanita se involucrara en las peligrosas batallas que se desataban constantemente, peor si se trataba de miembros del clan Senju.
La jovencita tampoco lo tuvo fácil, ser una mestiza horrorizó a los más conservadores, hubo un tiempo en el que se avergonzó de su ascendencia, llegando al punto de querer ocultar las dos marcas rojizas en su frente, eso cambió cuando Madara la consoló y la instó a sostendré los jutsus y habilidades del clan Kaguya afirmando que si lo unía a las técnicas dadas por el Sharingan se volvería una oponente formidable.
La pelinegra, con gran admiración al mayor, recuperó el ánimo y decidió escuchar sus consejos, transcurrieron años de duro entrenamiento al lado de su padre, hermanos y guerreros destacados hasta que finalmente aprendió a manejar los kekkei genkai de sus familias. Todo iba bien, entonces la desgracia azotó, sus hermanos morían dejándole un inmenso vacío en su interior.
Un día mientras caminaba por los pasillos de la casa, sin querer escuchó una conversación entre Izuna y su padre, lo único que logró entender fue que Madara estaba encontrándose con un miembro del clan Senju. Los siguientes sucesos ocurrieron rápidamente y culminaron en el mayor separándose de su amigo.
Sayuri se sentía mal por su hermano, sus emocionada estaban divididas, por un lado entendía que el chico de largos cabellos quisiera tener una amistad con un niño de su edad para distraerse de los horrores que aconfesional en el mundo ninja, por el otro lado, ese compañero era un Senju, desde niña le inculcaron que ese clan significaba peligro y que eran responsables de numerosas pérdidas humanas.
La Uchiha salió de los límites de su territorio para caminar y despejar sus pensamientos, quizás podría encontrara las palabras adecuadas para levantarle el ánimo a su hermano, eso le provocó una sonrisa, pensar en ayudarlo como él hizo con ella la emocionaba. Estaba subiendo por los caminos terrosos de una colina, en uno de sus pasos el suelo debajo de ella colapsó, no tuvo tiempo para hacer algo y cayó por la empinada cumbre, rodó golpeándose con rocas y ramas hasta que su espalda se estrelló con el tronco de un árbol sacándole el aire y deteniéndola de caer por el precipicio a metros debajo.
Jadeó adolorida, no podía mover ningún músculo, aún tirada en el suelo vio la sangre salir de diversidad heridas, su kimono rajado era el menor de sus problemas, se enderezó, quedando sentada contra el árbol. Se examinó con mayor detalle, sus piernas se encontraban bañadas en sangre, sus dedos manos tenían piedras incrustaban por haber intentado detener sin éxito la caída, un punzante dolor en su tobillo derecho le imposibilitaba ponerse de pie. La situación no podía empeorar.
El sonido de hojas siendo pisadas la alertó, lo único que le faltaba sería una enemigo, estaba prácticamente indefensa, podrían matarla fácilmente, se mordió el labio inferior con frustración, la asesinarían de una forma patética, su padre se volvería en el hazmerreír entre los clanes por tener tan debió descendencia. No lo permitiría, lucharía hasta su últimos segundos de vida, se iría de ese mundo honorablemente.
