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Esto no era verdad, ¿cierto?
La vida no me podría odiar tanto como para que fuera él.
Me miro sin inmutarse y con mucha autoridad, mientras yo me seguía cuestionando si la vida se había ensañado conmigo y por eso me ocurrían este tipo de cosas.
—¿Es broma, cierto?—murmure en voz alta para mí—¿¡Tú!?—me salió sin pensarlo y sin poderlo creer.
Lo miré de pie detrás de nosotras y su rostro no tenía expresión alguna.
—¿Se conocen?—escuche a la señorita Evans preguntar con mucho entusiasmo.
—Yo...yo...él...yo...él—comence a tartamudear y a intercalar mi mirada de él hacia la joven maestra que teníamos al frente.
Eso pareció divertirlo un poco ya que su rostro se suavizó al verme como una tonta sin poder hablar.
—Claro que sí lo hacen, han estado en la misma clase por mucho tiempo—sonríe y niega con su cabeza muy rápido como si no se pudiera creer lo que ella acababa de decir.
—Sí, algo así—Aiden me mira con mucha atención—. Hefziba y yo somos viejos amigos.
Trago grueso y me siento pesada al verlo sonreír de esa manera tan seca, cínica y sin humor hacia mi dirección.
¿Como es posible que no escucharan los desesperados latidos de mi corazón? ¿Acaso no escuchaban cada latido que retumbaba en mi caja torácica? Para mi parecía estar conectado a un altavoz por lo fuerte que eran.
Controlate Hefziba. No seas tan obvia.
Los mire de nuevo con nervios y pude notar ese jueguito de miradas entre ellos como la otra vez.
Él la miraba con mucha intensidad, pero sus ojos al mismo tiempo no estaban diciendo nada a la hora de mirarla, solo se sentía la pesadez. Ella por el contrario, se le notaba frustrada, casi casi podía ver como le pedía con la mirada que dejara de hacerlo.
—Señor Hale—aclara su garganta y se espabila—, que bueno que llega, debía darle las indicaciones con su nueva maestra—dice en tono severo a la hora de dirigirse a él.
—Si, como sea—vi como blanqueó sus ojos mientras yo apretaba con mucha fuerza las libretas que tenía en mis manos.
—Ya le expliqué a la señorita Romero que sus clases serán después de las clases normales, los martes y jueves—vuelve a decir— tiene que ser puntual ya que no solo estaré evaluando a la señorita Romero con su tutoría, si no que también lo estaré evaluando a usted al aprender Italiano.
Sentenció a ambos pero a Aiden no le podía importar menos, al menos eso mostraba, que no tenía la más mínima intensión de seguir así.
Tenía que darle clases a él. Tenía hablarle, a la persona que me había visto de la manera más vulnerable y más dañada. La persona que me había visto débil y sabia que estaba enferma. ¿Porque tenía que ser él?
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El Recuerdo De Los Dos Amores Más Grandes De Mi Vida [1.0]
Ficção AdolescenteEsta historia relata la vida de Hefziba Romero, una chica Italiana de 17 años que padece una enfermedad respiratoria. Su vida no ha sido para nada fácil, ella la compara con una montaña rusa que no hace nada más que bajar. Hefz sufre de ansiedad y d...