...CAPÍTULO 9...

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Ludo

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...Ludo...


El Hospital.

No era la primera vez que estaba aquí. Normalmente ella viene una vez cada dos meses, depende del tratamiento o los medicamentos que le den.

Samantha, Adeline, Evan, Malika, Enzo, Ian y yo, siempre veníamos y la acompañamos a sus chequeos, o en otros casos, en la madrugada cuando esto pasaba.

Los sorbeos de nariz y murmullos con pena era parte de la rutina al escucharlos cada que esto pasaba y teníamos que estar aquí.

Miro a mi alrededor, y recuerdo porque el hospital es el lugar que más odio en todo el mundo. Es tan horrible, se siente frio y vacío, con una tendencia a soledad increíble. Como si fuera un living hacia el cementerio, en donde las personas tiene que esperar antes de que se les dé la alta para morir.

Pensar cuantas veces había tenido que estar aquí Hefziba me reprimía, en el hospital lo único que brillan son las luces en el techo, sin contarlas, todo seria gris, tenue, reflejando todo el sufrimiento y soledad que hay aquí.

Había pasado mucho desde que esto no sucedía. Hasta había olvidado la sensación de preocupación al estar aquí. Hace mucho que no nos encontrábamos todos sentados en las incomodas sillas del hospital, esperando una respuesta. Hefz no había tenido recaídas desde hace como dos años y medio, podía ser poco, pero viendo la condición en la que vivía mi amiga, eso resultaba ser un verdadero milagro.

Afortunadamente en mi vida no había tenido muchas experiencias en donde yo fuera la atendida en un hospital, no se cual es la sensación que uno debe sentir al estar internado aquí. Pero perfectamente podía opinar y decir, la mierda que implicaba estar esperando noticias de un ser querido y que no pudieras hacer nada para cambiar la condición en la que vivía esa persona, más que esperar una simple noticia.

Me sentía inútil, impulsiva e impotente al no poder hacer nada para ayudar a que las cosas cambiaran. Recordaba perfectamente cuales habían sido los dos peores días de mi vida, jamás podría olvidarlos. De alguna manera se grabaron tanto en mí, como si de un tatuaje se tratara.

El primero fue, el día en el que perdí a mi madrina.

Y el segundo, el día que casi la pierdo a ella.

—Es muy probable que no pase la noche—el doctor había informado a todos los presentes en la recepción—hicimos todo lo posible, lo sentimos mucho...—dijo sin mas, alejándose.

Recuerdo ese momento, sentía que perdía un pedazo de mi, a mi compañera, a mi mejor amiga.

Recuerdo como es que quería desaparecer, el dolor y la preocupación de que tal vez ya no la volvería a ver estaba presente. Tener que tragarme mis lagrimas, mis gritos, mi dolor, solo para aparentar ser fuerte me estaban matando

El Recuerdo De Los Dos Amores Más Grandes De Mi Vida [1.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora