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Fecha: 31/10/2000.
Ubicación: Nueva York, Estados Unidos.
Hora: 7:45 p.m.



Al pequeño Ranpo le importaba poco su vestimenta, él solo quería los dulces gratis. Por otro lado, Airi cuidaba mucho su caracterización, incluso se metía en el papel del personaje y quería que Ranpo hiciera lo mismo. Eran el Lobo y Caperucita Roja. 
La madre de Ranpo estaba llena de ternura viendo a su hijo con orejas de lobo, además de los botines y guantes peluditos que le caracterizaban más la vestimenta; más que miedo daba un ataque de ternura y esa sería la carta que les daría más dulces. 
Airi por su parte es una lindura que hace honor a cada letra y el significado de esa palabra. Ella fue quien dijo que Ranpo tenía que ser un lobo por su desordenado cabello.

A saber, cuántas fotos habían tomado sus padres de ellos.

El pequeño de los Edogawa no parecía disfrutar mucho la sesión fotográfica, pero Airi parecía nacida para ello. Ranpo no podía evitar dejarse llevar por ella, quien quería lindas fotos juntos.




— ¡Gruñé! —pedía por milésima vez mientras se dirigen a pedir dulces.

— Que no —respondió Ranpo, cansado de negarlo.

Airi hizo un puchero.

— ¡Dulce o truco!




Los ojos de Ranpo brillaban ante la cantidad de dulces dentro de su calabaza, pero no podía evitar darse cuenta que Airi tiene más dulces que él. Y es que Airi era la que hacía todo el trabajo, Ranpo solo la seguía y extendía su calabaza para que le dieran dulces.




— ¡Gruñé! —seguía insistiendo.

— Me niego.




A dónde sea que miren hay niños disfrazados, incluso jóvenes y adultos. Los padres de Airi y Ranpo no los acompañan, puesto que solo darán la vuelta al barrio y Airi lo ha hecho sola antes; pero Ranpo no sabe eso.
En algún momento comenzó a sentirse incómodo, miraba a todos lados y no reconocía nada en absoluto. La inseguridad le invadió, se sintió ansioso; y de pronto Caperucita Roja ya no estaba a su lado.

— ... ¿Airi? —pronuncia dudoso en un murmullo, girando sobre su propio eje tratando de encontrar a la menor.

Sus ojos se desorbitaron, sintió como si esos segundos fueran horas y comenzó a percibir los sonidos en eco. No dejaba de dar vueltas mirando a todos lados, estaba desesperado, nunca se había sentido así.

— Oye —exclama, tomándole del brazo. Ranpo se sobresaltó y detuvo sus inquietas vueltas cuando tuvo de nuevo a Airi frente a sus ojos, los cuales se agrandaron al verla; ella tan sonriente y linda como siempre— ¿Qué te pasa, tonto? No debes separarte de mí.

Airi le miró con dulzura y diversión, le tomo de la mano y lo arrastró animadamente hasta otra casa. Ranpo se sintió avergonzado al notar como la mirada de la femenina es capaz de calmar sus inquietudes en un instante.

Ranpo hizo pesados sus pasos hasta que se vieron obligados a detener. Ella le miró interrogante mientras un notable sonrojo pincela tiernamente el rostro del pequeño Edogawa. Se soltó del agarré de su compañera y finalmente la miró a la cara.

— ¡RAAAW! —gruño, alzando sus manos como si fuera a atacarla, frunciendo el ceño y mostrando los colmillos.

Airi abrió sus ojos a la par, impresionada y fascinada. Sus mejillas sonrojaron y un brillo especial adorno sus iris.

— ¡Que LINDOOO! —chilla con emoción— ¡Hazlo de nuevo!

— ¿Qué? —Ranpo se mostró desconcertado y avergonzado— ¡No!

— ¡Tienes que hacer eso cuando abran la puerta! Seguro nos dan más dulces —dice con entusiasmo.

— No, no haré eso —vuelve a negar. Airi le abraza del brazo e insiste.

— ¡Por fa, por fa, por fa! —repite una y otra vez, tironeando sutilmente de Ranpo— POOOR FAAA.





Al final de la noche, Ranpo acepto la mitad de los dulces de Airi a cambio de gruñir en cada casa.

Conversando con las sombras 『 Ranpo Edogawa 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora