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Fecha: Verano del 2003. 
Ubicación: Algún lugar en el área rural de Japón. 
Hora: 3:15 p.m. 




Airi junto a su madre llegarón inesperadamente a la casa de la familia Edogawa. La señora Reynolds estaba demasiado alegre. Esa tarde dejo a su hija bajo cuidado de ellos y se fue para supuestamente regresar al día siguiente. Sin embargo, paso una semana y ella no regreso. La pequeña Airi no tenía mucho problema con la situación, siempre y cuando tuviera a Ranpo a su lado todo estaría bien. Al final de cuentas ella se había distanciado de su madre desde hace meses atrás, su familia se había empezado a desmoronar y lo único que la consuela es la presencia de Ranpo. 

— Otōsan, ¿es necesario que llames al papá de Airi? Ella puede quedarse con nosotros, ¿no? 

— Ranpo... Así no funcionan las cosas. —dice poniendo su mano sobre el cabello de su hijo, alborotándolo un poco— Tengo que llamar a su padre, no podemos simplemente quedárnosla. Le pudo pasar algo a su madre. 

El menor afiló su mirada. 

— Sabes que eso no es verdad. —contesta, enojado— Su madre la abandonó porque ya no la quiere. Si la dejo aquí y no con su padre fue por algo.  

— Ranpo... —llamo a modo de advertencia. Su hijo puede ser demasiado crudo y directo; debe corregir eso sí no quiere que tenga problemas en el futuro— No digas esas cosas, Airi podría escucharte y la harás sentir mal. 

— Airi fue quien me dijo eso. 

— ¿Qué? 

— Ella quiere quedarse conmigo y yo con ella, ¿Cuál es el problema? 

— Que no es tan sencillo, Ranpo. 

— Le diré a mamá. 

Dicho eso se fue dejando a su padre solo en la sala. Este suspiró profundamente, exhausto. Tomo el teléfono y llamo al señor Reynolds. Aprecian a la pequeña Airi, pero no es seguro que se quede con ellos. Para decepción de Ranpo su madre estuvo del lado de su padre y tuvo una charla con ambos; hizo su berrinche y se fue a su habitación donde está Airi. 

Ranpo se acercó a la cama donde está Airi sentada, algo cabizbaja, y se paró frente a ella. 

— Lo siento, no pude convencerlos. —le murmura el varón ciertamente desanimado. Ella alza su mirada cristalina— Lo siento. 

— No quiero ir con papá, fuma y toma mucho desde que mamá comenzó a ir a "ese" lugar. 

— Lo sé, pero... Mañana vas a irte y no creo que volvamos a vernos.  

Los ojos de Airi se llenaron de lágrimas y resbalaron por sus mejillas rojizas. Solo tiene diez años y ha visto a su madre convertirse en una mujer totalmente diferente y a su padre volviéndose un adicto al tabaco y el alcohol. Fue como si un día hubiera despertado de un largo y dulce sueño para adentrarse a la amarga realidad. 

— ¡Te llamaré! —exclama en llanto— ¡Prometo llamarte todos los días! 

Ranpo sonrió dolido ante su determinación. 

— Deja de llorar tonta. —se queja limpiándole las lágrimas con las manos— Eres aún más fea cuando lloras. 

Airi hizo un puchero, ofendida, pero Ranpo había logrado su objetivo de distraerla. Es sencillo hacerlo. 

— Tú eres más feo —ataca. 

— Pero soy mucho más listo que tú. Tú eres fea y aparte tonta. Además de predecible. 

Ella pasó de estar triste a enojada. Desde hace años que tienen una especie de juego que consiste en sorprender a Ranpo, pero Airi jamás lo ha logrado conscientemente. La verdad es que para el joven Edogawa ella resulta enigmática y complicada de entender, aunque Airi piensa que él la entiende y conoce incluso mejor que ella misma. Sin embargo, hoy lograría sorprenderlo llevando en acción algo que vio en televisión. 

Le dio un inocente beso en los labios.  

Un contacto de apenas tres segundos quizás, pero vaya que los dejo en shock a los dos. La niña experimentó aquello que llaman "mariposas en el estómago" y se llevó tremendo susto con la sensación. Ranpo, siendo un niño de trece años mucho más consciente que Airi, se coloró al instante y se avergonzó como nunca en su vida. Él también siente un cosquilleo en el estómago, pero sabe que no es algo exactamente malo.  

— ¿Gané? —interroga de pronto ella. 

— ¿Eh?  

— Te sorprendí... ¡Gané! 

Airi ríe y festeja su victoria como la niña alegre que es. En ese momento Ranpo comprendió que no quería ver llorar a Airi nunca más.
Sin embargo, al día siguiente cuando la llevaron a la ciudad para encontrarse con su padre, la vio llorar aún más mientras se la llevaban en el taxi. Y tal como dedujo, no hubo llamadas de su parte y tampoco contestaron las que él hizo. 

Pocas semanas después los padres de Ranpo murieron en un presunto accidente, y sin poder localizar a Airi, Ranpo quedó completamente solo a sus trece años. 

Conversando con las sombras 『 Ranpo Edogawa 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora