extra 2: domingo.

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Jean no pensó que Eren tuviera un interés tan... urgente con respecto al sexo. O sea, sí, él sacó el tema el día anterior, pero más bien como un aviso; para que Eren se fuera preparando mentalmente a la idea de que algún día iba a pasar. Lo de "mañana cogemos" fue un decir.
A Kirschtein le bastaba con pajearse ocasionalmente, porque no era el orgasmo en sí lo que perseguía, lo que ansiaba con urgencia (que también, mas no era el motivo principal), sino la cercanía con Eren; tocarse, explorarse, verlo caliente y desesperado por correrse, moviendo las caderas de forma nada prolija para eyacular en la empuñadura de Jean, llenándolo de besos torpes y cansados después.

Así que, ahora que se encontraba sobre Yeager, a nada de autopenetrarse con la verga de este, sintiendo como le clavaba las manos ansiosas en las piernas... Bueno, estaba un poco sorprendido, aunque no se podía quejar. En algún momento sí llegó a pensar con dramática amargura que podrían pasar meses antes de llegar a algo así, pero Eren es Eren, no tiene paciencia y es experto en hacer las cosas a las apuradas, y quién mejor que Kirschtein para seguirlo en sus estupideces.

Suelta un suspiro, necesita relajarse; Jean conoce su cuerpo, no es la primera vez que coge con un tipo, sabe cómo y a qué ritmo le gusta la penetración, así que es lento al ir introduciendo la polla de Eren en su interior. Yeager sostiene su pene con la zurda, manteniéndolo en el lugar mientras Jean va bajando, su peso ayudando a que entre con más facilidad de la esperada, relajándose lo más que puede, ignorando el evidente nerviosismo de quien tiene abajo, y también la ardiente e incesante sensación que lo invade mientras su cuerpo va cediendo.

No se preparó demasiado. De hecho, ni siquiera necesitó vaselina al introducir el primer dedo, sólo saliva. Para cuando Eren llegó, nervioso y alterado, con lo que venía de comprar (lubricante y condones), Jean ya estaba seguro de que era uno de esos días donde la penetración sería posible.
A veces su cuerpo se negaba y simplemente no podía meterse nada sin que doliera como la puta madre, y había otros donde podía deslizarse sobre un dildo con sólo lubricante y fuerza de voluntad. Para la suerte de Eren, estaba en uno de los segundos.

—Jean, ¿hace mucho que no...? – titubeaba Yeager, inseguro, con una mueca que evidenciaba esa preocupación que creía saber esconder.

Jean lo miró mal, a punto de gruñirle. ¿De verdad va a empezar a interrogarlo sobre su vida sexual pasada mientras tiene un dedo en el culo por él? Ya comprobaron que rememorar aquello que no vivieron juntos no les sirve de nada. Al contrario, les jode. Entonces, ¿para qué?
Será maleducado y responderá con otra pregunta. —¿Conoces a muchos hombres que vean a un tipo de metro noventa, de como cien kilos, y piense en metérsela? Porque yo no.

Eren estaba demasiado sumido en su propio pánico como para tener un ataque de celos allí mismo. Sólo se puso más rojo, y le alcanzó el lubricante. —Yo sí quiero.

Jean nunca creyó que sonreiría al escuchar algo así mientras le pasan una botella de vaselina. —Ya sé.

Ahora estaban en la parte más difícil, la de comenzar con cuidado la penetración, y como Jean no confiaba en las habilidades de Eren cogí una sola vez y además no tuve que hacer nada Yeager, se encargó él mismo de aquello, pidiéndole a Eren que se acueste y no moleste.

Eren quitó la mano cuando su polla se había adentrado lo suficiente en Jean, quien continuaba respirando profundo. Tenía que relajarse más, y lo buscaba con ojos cerrados y los sentidos enfocados en la dolorosa sensación que la penetración le producía; soltó un suspiro, y Eren le acarició las piernas tratando de tranquilizarlo.
Abrió los ojos y se encontró con la mirada de Yeager, atenta, caliente, y un poco asustada. Le sonrió entonces, y para calmarlo, se inclinó sobre él.
Eren pasó saliva.

Tu hermana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora