Tu hermana.

extra 3: jueves.

Mikasa, a los ojos de Eren, es una chica bastante... curiosa. Que esto no se malinterprete; él la adora y aprecia cada aspecto de su personalidad, pero... eso no le quita lo "curiosa".

Cuando recién llegó a la familia, se la veía tan decaída y desorientada que Eren no pudo evitar jurarse a sí mismo que la cuidaría. Lo mismo con Armin, a quien conoció en la placita del barrio mientras otros niños le gritaban y empujaban por haber pateado la pelota a la casa de la vecina vieja y odiosa que nunca les devolvía nada.
Sus escasas relaciones –a esa tierna edad– se basaban en él queriendo proteger a alguien por puro instinto. No se trataba de sentirse superior, o en posición real de poder defenderlos, era más bien que le jodía que nadie se preocupara, que nadie se hiciera cargo. Ya fuera abuso, bullying, negligencia o abandono, NADIE se quería responsabilizar, y él... bueno, ayudaría a quien tuviera a mano. Mikasa y Armin, en este caso.

Aunque, en realidad, Mikasa no necesitaba que nadie la defendiera, sólo algo de compañía y comprensión.
Eren y su madre diferían con esto, sin embargo. El inicio de la primaria trajo consigo los problemas que pronto, a los golpes, Mikasa tendría que comenzar a solucionar. Cualquier excusa era válida para molestarla; su raza, que era adoptada, muy callada, etc. etc.
Lo que terminó decidiendo Carla, indignada pues hablar con los directivos y docentes no sirvió de nada (y no podía ir padre por padre dando lecciones de ética, moral y crianza), fue anotarla en clases de judo, lo que a la niña le costó suspensiones y la casi expulsión de la escuela, pero para cuarto año, ya nadie se metía con Mikasa, y su madre y Eren estaban orgullosos de ella.

Para la desgracia de la masculinidad de Eren, no pasó mucho hasta que Mikasa era quien los protegía tanto a él como a Armin, especialmente cuando los años pasaron y cambió el judo por el kick-boxing.
Los adolescentes, alborotados y pesados, nunca se cansaban de perseguir y molestar a Armin, y Mikasa tampoco se cansaba de quebrar narices. Era un buen equilibrio.

Eren nunca entendió bien por qué Mikasa, a pesar de su constante sobreprotección, no le tiró los dientes a Jean en la prepa. Sí, los separó varias veces, mas parecía extrañamente al margen del asunto. Era curioso (como todo en Mikasa).
Igual Eren sabía que, a ella, Jean no le caía bien. Para tercer año, cuando Kirschtein prácticamente se instaló en la residencia Yeager, ella apenas lo saludaba cuando llegaba de sus entrenamientos, y después se la pasaba encerrada o se marchaba con tal de no tener que convivir con él por más de cinco segundos. (Después Armin le contó que, más que desaparecerse con tal de no estar allí, hacía planes para irse a otro lado-- nunca le dijo a la casa de quién, y a Eren tampoco le importaba demasiado. Si Armin se lo contaba como una curiosidad y no una advertencia, y a sus padres tampoco les preocupaba demasiado, entonces a él menos. Mikasa era alguien independiente e inteligente, no le debía a su hermano ninguna explicación que no quisiera darle.)

La última vez que ella mencionó la existencia de Kirschtein, fue en esos días que le comentó a Eren sus planes de irse de la ciudad. Amaba a sus padres, amaba a Eren y a Armin, pero también necesitaba descubrir una vida más allá de ellos. En sus planes, contaba con alquilar un departamento junto a una chica llamada Annie Leon-algo (Eren no recuerda bien su apellido).

Yeager la conocía de vista, ¿no habían competido más de una vez en el cuadrilátero? La chica era más baja y flaca que Mikasa, se esperaría que perdiera fácilmente, y aún así, le ganó en su primer enfrentamiento oficial. Mikasa la ha tenido entre ceja y ceja desde entonces, o hasta ahí sabía él. ¿Cómo era eso de que ahora serían compañeras de departamento?
Bah, no la culparía, no él de todas las personas, si también se hizo extrañamente cercano al enemigo.

El problema era que, para ese momento, el enemigo llevaba ya semanas desaparecido. "No sé, no vino más, debe estar persiguiendo alguna mina que lo ignora por ahí, es un pajero de mierda", suspiró Eren sin poder ocultar lo acongojado que se encontraba, y Mikasa lo miró con cierta empatía, casi se podría decir que lástima.