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Wildest dreams 

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Di que te acordarás de mi, con un hermoso vestido, mirando la puesta del sol, con mis mejillas sonrojadas. Di que me verás de nuevo, aunque sea en tus sueños más locos.

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— Ross, por favor déjame entrar. — Grace trataba de abrir la puerta de la habitación de su hija, algo que le resultó imposible pues esta tenía seguro.

— Quiero estar sola mamá.  — soltó la castaña a punto de volverse a quebrar.

— Vamos mi Roo. ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó la mayor tratando de entender el ánimo de su hija. Solo fueron tres días los que se fue y no entiende porque Ross está tan triste.

— No quiero hablar de eso. — soltó con algo de molestia la menor del otro lado de la habitación, enrollando sus brazos con sus piernas y ocultando su cabeza en ellas.

El timbre de la casa sonó, logrando un pequeño debate en Grace, por no saber si seguir insistiendo a Ross en que abriera la puerta o en ir a atender.

La mayor bajo las escaleras apresurada y se acercó rápidamente a la puerta, donde volvió a escuchar el timbre. Grace al abrir la puerta soltó un suspiro de alivio al ver quien se encontraba ahí.

— Hola Grace. — saludo el platinado. — ¿Esta Ross? — preguntó confundido. 

— Gracias a Dios que estás aquí. — dijo algo aliviada.  Pues Germán podría tratar de hablar con la menor.

Grace rápidamente dejó pasar al chico y lo dirigió al cuarto de su hija, diciéndole que intentará pasar y la ayudará, pues no sabía el porqué del comportamiento de su hija.

Algo confundido Germán toca la puerta de la habitación, escuchando una molestia por parte de Ross.

— Mamá, ya te dije que no quiero hablar al respecto. — la voz de la menor sonó algo quebrada, donde preocupó a su amigo, pues la última vez que la vio se le veía demasiado feliz por el fin de semana que pasaría. 

— ¿Desde cuándo soy tu mamá? — preguntó el platinado confundido, logrando que Ross se sorprendiera.

— Quiero estar sola. — exclamó de nuevo en una voz baja.

— Por favor Roo, cuéntame que te sucede. — suplicó el chico. — Tu mamá está muy preocupada y yo también. — soltó cerca de la puerta.

— Es solo que... — la chica no pudo terminar su frase, pues de nuevo rompió en llanto, odiando cada parte de la situación y lo ocurrido.

Ross no ha dormido, ni comido bien desde hace unos días, pues por lo ocurrido sufre ataques de ansiedad cada noche que trata de despejar su mente.

Se sentía tan mal consigo misma por caer tan bajo, de alguna manera. Por haber sido tan tonta, según ella y es que lo ocurrido pasó el día siguiente, después de haber demostrado sus sentimientos hacia Barca.


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