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Dark Paradise
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“Y no hay remedio para la memoria, tu cara es como una melodía, nunca dejará mi cabeza. Tu alma me persigue y me dice que todo está bien, pero yo desearía estar muerta. Cada vez que cierro los ojos, es como un paraíso oscuro. ”

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Agosto 31, 2019

La menor miraba a la nada. Sus pensamientos no la dejaban tranquila. Había dormido solo dos horas y cuando despertó no logró conciliar el sueño, así que para tratar de despejarse, tomó su cuaderno y comenzó a escribir.

Ross plasmaba lo que sentía en aquella canción, que poco a poco estaba tomando forma. Tenía el piano a su izquierda y su ukelele a la derecha. Estaba logrando mantenerse en calma. Su madre aún no llegaba del trabajo.

Eran las 5:00 de la mañana y seguía con la esperanza de que apareciera por aquella puerta y la abrazará. Ross no quería incomodar a nadie para ayudarla a qué se sintiera mucho mejor. Ella sabía perfectamente que necesitaba estar sola, pero, muy en el fondo tenía la esperanza de que alguien la acompañara.

Ari y Juan se quedaron junto con ella por una hora al llegar a su casa, le brindaron apoyo y algo de ánimos. Lo que le ayudó a estar mucho más tranquila y dormir un poco después de que la pareja desapareciera por la puerta.

Ross dejó la pluma a un lado al no encontrar una palabra que rimara con la canción. Mesajeó su sien y se dejó caer en la cama. Se sentía tan sola y vacía. Un gran hueco en su pecho se había formado al dejar a toda la familia Balsa sorprendidos ante la confesión que hicieron.

No tenía idea de que pasaría con Victoria, Elena y Jorge. Muy en el fondo deseaba llamarle a su amiga para poder explicarle lo sucedido, pero ella bien sabía que su decisión fue tomarse un tiempo.

Cerró sus ojos, y trató de no pensar en nada. Dejar su mente en un vacío, y tratar de disfrutar por lo menos un minuto de paz. Se la ha pasado horas pensando en Diego, en sus estúpidas y bellas palabras.

Fueron tan exactas y perfectas, que si no fuera por Paola estaría de nuevo tras el deseando tener aquella oportunidad. No podía estar más agradecida de darle la oportunidad a Barca de pensarlo aún más.

Tal vez se veía algo seguro de tener una relación con la menor, pero Ross en el fondo tenía miedo que cambiara de nuevo su decisión rápidamente. Soltó un leve suspiro y abrió de nuevo los ojos.

— Mierda Diego. Después de todo lo que me has lastimado, aún te amo.

La menor cerró sus ojos de nuevo y dejó resbalar unas cuantas lágrimas por sus mejillas. Ross sabía perfectamente bien, que no se encontraba en buenas condiciones. Sabía que debía hablar de lo que siente y pedir ayuda, de nuevo.

No se ha sentido bien esos últimos días, casi meses, y necesita sacarlo. La puerta de la habitación sonó, y Ross soltó un pase para sentarse de nuevo en la cama y limpiar rápidamente sus mejillas húmedas.

— Buenos días cariño. — Grace se asomó por la puerta con una mueca en su rostro.

— Buenos días mamá.

minor // barcagamer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora