Parte 6: Aquel que odia a los gatos (Primera parte)

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"Nadie sabe a dónde vamos ni dónde venimos, mucho menos donde van a parar aquellos que más queremos cuando fallecen"

Estaba de rodillas en el recibidor de mi casa. Frente a mi yacía aquella entidad compuesta por flamantes llamas que crepitaban mientras esta flotaba con sutilidad en aire y esparcía chispas que se desvanecían antes de tocar el suelo.

No terminaba de caer en mi asombro luego de salir de la visión que estaba teniendo, pero sabía que esto era real. Todos mis sentidos me lo confirman

-Enhorabuena Cardinal –Espetó la voz- el cielo te ha conferido una encomienda.

A pesar de los recientes encuentros que he tenido con entes sobrenaturales, no sentía ninguna emoción negativa en contra de las voces ígneas. Para mí desde que los ví me parecieron seres fascinantes y misteriosos. Creo, que es debido a que su primera impresión fue muy sutil a comparación de los otros seres.

-¿Qué es eso de las encomiendas, puedes explicarme? –Le pregunté con suma calma-

-Oh... pensé que el primer orador había dejado bastante claro los puntos durante la reunión, pero no está demás que también pueda decirte. Una encomienda tal como lo acabo de decir, es una tarea que da el altísimo a aquellos escogidos como Cardinales. Estas son pues, obras que deben realizarse a toda costa con el fin de probar tu valía como portador de un Raíz.

Comienzo a entender de a poco una vez que esa Voz me hablaba.

-Ahora bien, hay un requisito indispensable y una pista ya que esta es tu primera tarea –Exclamó- que tengas buena suerte.

Aquella entidad de fuego estalló como quien enciende un fósforo, y se consumió a si misma hasta que dentro de ella salió un pergamino enrollado y levitó unos cuantos segundos antes de posarse en mi mano.

-Que extravagante...

Puse mi pierna derecha de apoyo y me levanté cuidadosamente mientras miraba a mí alrededor. La sala y sus implementos estaban normales e intactos. No había rastros de fuego ni ceniza pertenecientes a la visión que había tenido hace poco.

Miré el pergamino y este estaba amarrado con una cinta roja envuelta en forma de lazo. Quise inspeccionarlo un poco más, pero no noté nada que particularmente me diera una pista de que contenía dentro. Tocaba abrirlo.

Halé la cinta por uno de los extremos y la retire por completo dejando el pergamino expuesto. Luego, al tomarlo en ambas manos para desenrollarlo un fogonazo de luz se desprendió desde dentro. Una serie de imágenes rápidamente asaltaron mi visión y entraron en mi cabeza fugazmente cual polvo absorbido por una aspiradora.

Ese instante fue tan violento y sorpresivo que trastabillé y caí sentado en el piso soltando el pergamino al suelo.

-Agh, ¿Qué demoni...

*Palpitar*

Una serie de textos se introdujo en mi cabeza y una voz vino hacia mí aun sin aun recuperarme de lo ocurrido. Letras arremolinaron mi pensamientos y organizándose palabras para formar una dirección escuché que me decían:

"Ve a esa dirección y cumple con tu tarea" –Escuché decir-

El dolor de cabeza y la jaqueca desapareció tan rápido como vino. Entre todos estos acontecimientos no fueron más que nos pocos segundos. Miré hacia el frente y el pergamino yacía abierto tendido en el suelo. Lo tomé para ver que decía:

Pietro 12/05/20XX

Eso tenía escrito a los pies del mismo, no había nada más.

-¿Qué rayos significa eso? Dios, esto ya no es gracioso –Rechisté-

Las noches de desesperaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora