Epílogo

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Epílogo

—Ya estás marcado —dice Yira una vez que estamos fuera de ese espacio donde se encuentra Maritza

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—Ya estás marcado —dice Yira una vez que estamos fuera de ese espacio donde se encuentra Maritza. La bruja tiene sus limitantes.

Yira va por delante marcando el camino.

La puerta de la corte oscura es una de las entradas al velo hacia donde la bruja fue expulsada. Todavía no comprendo cómo llego a suceder eso, pero estoy seguro de que aquí obtendré las respuestas necesarias.

Caín fue convocado por no sé quién. Lo que me dejo con Yira a poca distancia de lo que parece ser un castillo en ruinas. Una estructura que imponente a pesar de ser más bien el esqueleto de un castillo. La presencia de la hermandad hace que sea un lugar al que temer.

—¿A qué te refieres? —inquiero.

Casi no siento el brazo donde Maritza me ha tocado, lo que es ilógico dado su extraña existencia.

—Somos pocos los que estamos marcados —apenas y mira atrás con un encogimiento de hombros. Pero ese instante en que su mirada se cruzó con la mía pude darme cuenta de que le importa mucho más de lo que da a entender. —Lo que significa que somos partes de algo más que ser un simple peón de la hermandad. Otros, los que son como peones son los cascarones de los olvidados. Ya los visto. Tienen unos enormes ojos en las alas.

Agilizo mi andar y la alcanzo.

—Quieres decir, ¿qué tú no los tienes? —alza una ceja casi ofendida por mi pregunta.

A decir verdad, ella al igual que su madre se ha cuidado mucho de exponer sus alas en la corte.

—No. Mis alas no tienen ninguna... deformación.

Ingresamos por una rendija en la pared. La estructura de la entrada cedió en algún momento y termino siendo un agujero alargado.

—Tú y yo tenemos un mismo destino, y no es mejor que el de los peones —dice tajante.

Una vez dentro en vez de ir hacia arriba, bajamos por un deforme pasillo que parece inestable.

—¿El castillo siempre estuvo aquí?

—No siempre. El velo entre los dos mundos siempre ha existido. Agadria y Maritza se adueñaron de este espacio. El castillo nunca se terminó de construir —explica Yira con fluidez. —Con el encierro de Agadria y la casi muerte de Maritza el lugar colapso. Y quedo así.

—¿Es posible que la bruja regrese? —no estoy seguro de haber formulado bien la pregunta. Como ella ha dicho "casi muerte", la existencia de la bruja es un misterio.

Nos detenemos frente a una puerta de hierro con apenas una rendija por el cual ni siquiera es capaz de pasar la luz. Una celda. Soy un prisionero.

—No lo sé. Maritza es un misterio para todos, en cambio, Agadria es otra cosa. Ella si va a regresar y muy pronto.

Yira abre la puerta. Mueve la mano indicando que debo entrar. Así que lo hago sin objeciones, no es como si pudiera de todos modos. Para ser una celda está en buenas condiciones.

Encantus. Alas olvidadas (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora