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Omega

La noche era silenciosa, pero dentro de la sala de descanso, los pequeños, aún desvelados, formaban un círculo en el suelo. Sus miradas se cruzaban con una mezcla de anticipación y esperanza.

El mayor de todos, un cachorro que ya mostraba signos prometedores de convertirse en un Alfa, se dirigió a los demás con una voz cargada de emoción.

—Hagamos una promesa entre nosotros —dijo, sus ojos brillando con fervor—. Recemos a nuestra diosa luna y esperemos que todos nosotros seremos Alfas.

La idea de convertirse en un grupo completo de Alfas era un sueño compartido entre ellos. En coro, los cachorros respondieron con entusiasmo:

—¡Todos seremos Alfas!

Después de este intercambio, los cachorros regresaron a sus camas, el sueño y la esperanza mezclándose en sus jóvenes corazones. Haruki, el más pequeño del grupo, permaneció despierto un poco más, mirando el techo de la nave. A pesar de la emoción y el deseo compartido, él sentía un peso en su interior. Deseaba ser un Alfa como sus compañeros, pero la realidad parecía alejarse de su sueño.

El entrenamiento que recibían era extremadamente riguroso. Como futuros miembros del equipo élite del emperador Freezer, su preparación era brutal, diseñada para transformarlos en combatientes formidables. Los pequeños cachorros, con sus cuerpos aún en desarrollo, soportaban un régimen intenso que ponía a prueba sus límites.

Dos años después

Haruki ya había alcanzado los cinco años. A diferencia de sus compañeros, que habían tenido su ceremonia de presentación como Alfas, él aún no había sido promovido. La preocupación y el malestar le acompañaban mientras esperaba su turno.

Una fiebre persistente le mantenía incómodo, y el dolor en su cuerpo era agudo. Aparte de los síntomas de la fiebre, Haruki notaba un líquido espeso y transparente que comenzaba a brotar de la parte trasera de su cuerpo, una señal que le causaba gran inquietud. Este síntoma, desconocido y preocupante para él, acentuaba su sensación de malestar y el temor a que la diosa luna le hubiera reservado un destino diferente al que deseaba.

Haruki se retorcía en su cama, con la mente llena de dudas y temores. A pesar de su deseo ardiente de ser un Alfa, los signos indicaban que su camino podría ser diferente al de sus compañeros. En su pequeño corazón, un sentimiento de tristeza y resignación se mezclaba con la esperanza de que, a pesar de todo, aún pudiera alcanzar su sueño.

El entrenamiento y los desafíos físicos habían sido despiadados, y el pequeño Haruki se preguntaba si finalmente cumpliría con las expectativas. Mientras la fiebre y el dolor persistían, su preocupación se volvía más palpable, y su destino parecía alejarse de la promesa de un futuro como Alfa que tanto anhelaba.

El amanecer trajo consigo una sensación de opresión en el aire, y Haruki, aún envuelto en su sábana, se sintió atrapado entre el deseo de esconderse y la inevitabilidad del momento que se avecinaba. La alarma sonó, marcando el comienzo de un nuevo día, y la rutina matutina empezó a desplegarse en la nave. Haruki, sumido en sus pensamientos y cubierto hasta la cabeza, trataba de prepararse mentalmente para lo que estaba por venir.

Uno de los líderes del grupo, el pequeño Alfa de siete años conocido como Akiro, se acercó con una determinación severa. Sin ninguna piedad, tomó las sábanas y el cubrecama de la cama de Haruki, destapándolo completamente.

—Haruki, eres una vergüenza —dijo Akiro, su voz cargada de desdén—. Prometimos ser Alfas y rogamos a nuestra diosa luna para que nos conceda ese rango, pero tú —lo señaló con un gesto despectivo— eres un Omega, lo que significa que solo sirves para procrear y eres débil a nuestros ojos.

𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐞𝐠𝐢𝐧𝐧𝐢𝐧𝐠 [Freezer x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora