ᴏᴍᴇɢᴀ 01

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La noche estaba tranquila, pero dentro de la sala de descanso, los cachorros, aún despiertos, formaban un círculo en el suelo. Sus miradas se cruzaban llenas de ilusión y esperanza.

El mayor de todos, un cachorro que ya daba señales de que podría llegar a ser un Alfa, habló a los demás con una voz emocionada.

—Hagamos una promesa entre nosotros —dijo, con los ojos brillando de entusiasmo—. Recemos a nuestra diosa luna y deseemos que todos lleguemos a ser Alfas.

La idea de convertirse en un grupo entero de Alfas era un sueño que todos compartían. A coro, los cachorros respondieron llenos de alegría:

—¡Todos seremos Alfas!

Después de este momento, los cachorros volvieron a sus camas, dejando que el sueño y la esperanza se mezclaran en sus corazones jóvenes. Haruki, el más pequeño del grupo, permaneció despierto un rato más, mirando al techo de la nave. Aunque compartía la emoción y el deseo de los demás, sentía un peso en su interior. Quería ser un Alfa como sus compañeros, pero la realidad parecía alejarse de ese sueño.

El entrenamiento que recibían era extremadamente duro. Como futuros miembros del equipo especial del emperador Freezer, su preparación era implacable, pensada para convertirlos en guerreros formidables. Los pequeños cachorros, con sus cuerpos aún en crecimiento, soportaban un programa exigente que ponía a prueba todos sus límites.

Dos años después

Haruki ya tenía cinco años. A diferencia de sus compañeros, que ya habían pasado por su ceremonia de presentación como Alfas, él seguía esperando. La preocupación y el malestar le acompañaban mientras aguardaba su turno.

Una fiebre constante lo mantenía incómodo, y el dolor en su cuerpo era intenso. Además de la fiebre, Haruki notaba que un líquido espeso y transparente empezaba a salir de la parte trasera de su cuerpo, algo que le llenaba de inquietud. Este síntoma, extraño y preocupante para él, aumentaba su malestar y el miedo de que la diosa luna le hubiera destinado un futuro diferente al que soñaba.

Haruki se retorcía en su cama, con la mente llena de dudas y temores. A pesar de su deseo ardiente de ser un Alfa, los signos indicaban que su camino podría ser diferente al de sus compañeros. En su pequeño corazón, un sentimiento de tristeza y resignación se mezclaba con la esperanza de que, a pesar de todo, aún pudiera alcanzar su sueño.

El entrenamiento y los desafíos físicos habían sido despiadados, y el pequeño Haruki se preguntaba si finalmente cumpliría con las expectativas. Mientras la fiebre y el dolor persistían, su preocupación se volvía más notable, y su destino parecía alejarse de la promesa de un futuro como Alfa que tanto anhelaba.

El amanecer trajo consigo una sensación de opresión en el aire, y Haruki, aún envuelto en su sábana, se sintió atrapado entre el deseo de esconderse y la inevitabilidad del momento que se avecinaba. La alarma sonó, marcando el comienzo de un nuevo día, y la rutina matutina empezó a desplegarse en la nave. Haruki, sumido en sus pensamientos y cubierto hasta la cabeza, trataba de prepararse mentalmente para lo que estaba por venir.

Uno de los líderes del grupo, el pequeño Alfa de siete años conocido como Akiro, se acercó con una determinación severa. Sin ninguna piedad, tomó las sábanas y el cubrecama de la cama de Haruki, destapándolo completamente.

—Haruki, eres una vergüenza —dijo Akiro, su voz cargada de indiferencia —. Prometimos ser Alfas y rogamos a nuestra diosa luna para que nos conceda esa jerarquía, pero tú —lo señaló con un gesto despectivo— eres un Omega, lo que significa que solo sirves para procrear y eres débil a nuestros ojos.

𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐞𝐠𝐢𝐧𝐧𝐢𝐧𝐠 [Freezer x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora