Prólogo

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—No quiero que te vayas, Neón.

Una punzada en mi pecho desata las lágrimas que he estado conteniendo desde anoche. Siento que las emociones explotan dentro de mi cabeza y los cristales molidos se clavan en mi cráneo.

—Por eso, prefiero marcharme yo primero —susurro.

Neón da un paso hacia el frente pero extiendo los brazos en una súplica para que se detenga.

— ¿Por qué me iría, Chanel?

¿Y por qué te quedarías? —le desafío.

Aprieta los puños, al igual que la mandíbula. Tiene la mirada cristalizado y las mejillas ruborizadas.

—Tú no estás enamorado de mí, Neón...

Es como si me hubiera arrojado del acantilado. Un salto desde la cima de la felicidad hasta las aguas de la depresión... Sin embargo, la diferencia de altura no es tan dolorosa como estar atrapada en este océano. Tocando fondo.

Desde los amigos hasta los ahorros, incluyendo la motivación, desaparecen uno a uno como si alguien los fuera tachando de la lista. Hasta que no queda nada. Nada más que el desprecio hacia mí misma, la baja autoestima y toda esa culpa y vergüenza por lo que hice anoche, cuando estaba colocada.

— ¿Por qué pareces conocer mis sentimientos mejor que yo? —insiste, con el ceño fruncido.

Los pensamientos que antes surcaban mi mente ahora se estancan. Se escuchan unos más fuertes, otros más discretos... como miles de emisoras encendidas simultáneamente en diferentes frecuencias y volúmenes. Todas esas emisoras me dicen lo peor de mí, todo lo que he hecho mal. Y entonces, me quedo congelada. Como si tanto ruido dentro me hubiera dejado sorda.

—Tú solo has pasado buenos momentos conmigo y has disfrutado mientras tanto. Pero lo has confundido con amor —murmuro, sin apenas mirarle.

—Entonces... —Hace una pausa, y sonríe mientras menea la cabeza—. Hemos terminado, ¿cierto?

—Nosotros nunca empezamos nada. —Una valentía inesperada cubre mis palabras. De repente me siento segura, confiada de mí misma. Como si estuviera moviendo montañas a pesar de tener las extremidades adormecidas.

Además de no poder escuchar, tampoco puedo ver. Sin embargo, continúo persiguiendo una lucecita en la oscuridad que se aleja y me esquiva en cada una de mis zancadas. Y ahí estoy yo, moviéndome en la oscuridad dando bandazos, con el oído reducido y sin saber qué hacer.

—Bien —Neón se muerde los labios mientras mantiene la mirada perdida en el frente, como si estuviera asimilando la situación—. Vete, si es lo que quieres. Pero no lo hagas creyendo que yo no siento nada.

Entonces ocurre que tampoco puedo hablar. ¡No sé lo que estoy haciendo, pero tengo miedo...! Miedo de quedar atrapada en este vacío mientras veo cómo desaparece de mi vida la única persona que he querido.

***

Estoy tan nerviosa en este momento.

Hace tanto tiempo que dejé esta plataforma... La echaba tanto de menos.
Este era mi lugar seguro. Me hace feliz saber que sigue aquí después de todo.

Quiero seguir adelante, mostrar esta historia que tanto me ha emocionado escribir e imaginar. Espero que la disfrutéis tanto como yo al escribirla.

Os quiero con locura

LEAVING TONIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora