Los rayos de sol inciden en mi piel, ya de por sí bronceada. Extiendo el protector solar por mi estómago. El bikini de color verde, por el cual me decanté esta mañana, revela mis curvas e inseguridades. Ciertas telarañas se proyectan en mis caderas hasta mis glúteos. Entonces me frustro cuando mi mejor amiga se pasea por el borde de la piscina con sus muslos libres de imperfecciones. Su piel tersa se burla de los hoyuelos en mi trasero.
— ¿Por qué no te mojas un poco? —inquiere, con su delgaducha figura erguida ante los pies de mi hamaca.
—Ya te he dicho que no me apetece.
—El agua está buenísima, Chanel.
Elsa escupe mi nombre con maldad, riéndose del aparente mal gusto de mis padres. Aunque "Chanel" tampoco está tan mal en comparación con el nombre de nuestro mejor amigo; Nyan, alias, el dios puertorriqueño. Es la fantasía sexual de todo ser humano. Ahora mismo está en la piscina, agitando sus largas piernas que le transportan de punta a punta. Al estar bocabajo, me priva del placer que me causa ver sus abdominales definidos, pero me contento con apreciar su espalda musculosa. Mi bajo vientre se estremece cuando sus omoplatos se contraen con cada brazada. Es tan sexy... pero por desgracia para mi mente calenturienta, Nyan tiene novio.
—Haz lo que te dé la gana —refunfuña Elsa, quien después se aleja de mi tumbona para sentarse en el bordillo de la piscina.
Intento despegar los recuerdos de mi vida en España, pero mi cabeza se empeña en fastidiarme las vacaciones con mis amigos en Palermo. Es nuestro tercer día en la isla italiana pero apenas visitamos la mitad de los lugares que planeamos. Achacamos nuestro letargo al viaje en avión cuando es en realidad mi falta de entusiasmo lo que nos ha desmotivado a dar un paseo. La irritabilidad se ha convertido en mi estado de ánimo habitual. Cargo esta culpa sobre los hombros de mis padres a quienes no perdono que me dejaran emanciparme con quince años.
Un velo de envidia oscurece mi mirada al reparar en la risa que comparten mis mejores amigos. Nyan ha detenido su sesión de ejercicio diario y ha puesto los brazos encima del bordillo donde Elsa está sentada con sus piernas metidas en el agua. Esta se ha recogido el pelo en un moño desastroso pero, al menos, tiene la espalda despejada.
— ¡Ey, Chanel! Te arrugarás como una pasa si continúas tomando el sol.
Me subo las gafas de sol con la misma elegancia con la que le saco el dedo del medio a Nyan. Su sonrisa se ensancha y, en seguida, mi mal humor huye a través de mis orejas.
—Déjala —se entromete Elsa—. Querrá estar despampanante esta noche.
— ¡Ni que fuéramos a una cena de gala! —se carcajea nuestro amigo.
—Pero habrá tíos buenorros, ¡ya sabes!
—Así que un italiano es su próxima fantasía sexual, ¿no?
—Hombre, ¡claro! Y más ahora, que sabe que los italianos están bien dotados.
Aprieto los dientes, irritada ante el hecho de que mis amigos expongan mis vergüenzas en público ignorando, además, mi presencia a dos metros de distancia.
—Necesita que alguien le quite telarañas a su vag...
— ¡Vete a la mierda, Elsa! —intervengo, sin darle tiempo a terminar la frase.
Me pongo en pie de un salto y meto la toalla en mi bolso que después me echo al hombro. Al sospechar de mis intenciones, Nyan se aventura a lanzar una súplica teñida de arrepentimiento.
—Oye, no te enfades. ¡Solo bromeábamos!
—Lo sé...
Toco el asa de mi bolso en una señal de nerviosismo que mi mejor amiga detecta al vuelo. Así pues, Elsa se levanta del suelo y corre en mi dirección hasta estrecharme entre sus delgaduchos brazos. Disimulo mi sorpresa respondiendo a su abrazo. Sus caricias en mi espalda sirven de exfoliante contra los demonios que ensucian mi piel.
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LEAVING TONIGHT
Teen FictionLos secretos de Chanel quedan al descubierto la noche que encuentran a su mejor amiga Elsa dentro de un contenedor de basura. En menos de una semana, Chanel ha de saldar una deuda de 500 mil euros si desea seguir con vida. Ante la desesperación, Cha...