El lujoso coche de Neón accede a saldar mis deudas en cuanto las luces delanteras parpadean tras presionar el mando. Con una sonrisa de oreja a oreja, me recuesto en el asiento del conductor cuya tela aún conserva el perfume de su dueño. Luego de que las puertas desciendan, tecleo los botones de la caja de cambios. A pesar de mi inexperiencia frente al volante, enciendo el motor con un rugido salvaje. Una explosión de humo emerge del tubo de escape y empaña la luna trasera.
—Jódete, Neón —aúllo, satisfecha.
Las llantas se funden en la grava al arrancar. Compruebo la velocidad de aceleración al pisar a fondo el pedal. En menos de tres segundos alcanzo una rapidez vertiginosa que me dificulta esquivar el resto de vehículos aparcados. Atravieso la entrada del hospital y me dispongo a incorporarme a la carretera cuando Neón, erguido frente al capó, me obliga a frenar en seco con tal de evitar su atropello. Mi cabeza rebota contra el respaldo ante la brusquedad de mi hazaña.
—Cabrón...
Neón descruza los brazos y avanza hasta la puerta del conductor.
—No, no, no. Joder, no...
Entonces abre la puerta del conductor y se apoya contra el techo.
—Bájate de mi coche —ordena, con un tono serio que me eriza la piel.
Centro la vista en el frente, aterrada por la expresión oscura que ha adquirido su rostro. Algunos transeúntes observan curiosos la escena, pero rehúsan a intervenir. Les intimida el metro noventa del latino que me escanea desde arriba, tan serio como imperturbable.
—Baja del coche, coco.
Debido a mi quietud, Neón se introduce por el hueco del asiento, desabrocha mi cinturón y me saca en volandas. Una protesta se atora en mi garganta cuando me arroja contra el suelo. Me raspo las palmas y las rodillas pero Neón desestima mis heridas y ocupa el asiento del conductor.
—Te matarán, Neón —le aviso, aunque a él parece no perturbarle—. Porque si no entrego el dinero vendrá a por todos nosotros.
Silencio.
—Ojalá entendieras mi desesperación... —insisto.
Neón se ríe entre dientes y se muerde el labio inferior.
—Tu desesperación me da asco.
— ¿Crees que me apetece estar contigo? —Le escupo—. Ni se te ocurra pensar que disfruto rogándote.
— ¿Ah, no? Y yo que pensaba que te iba este rollo...
—Esto es serio, Neón. ¿Te crees que mi amiga Elsa será la última víctima de esta historia?
De repente, mis palabras surten efecto pues Neón me escudriña con suspicacia.
—Nos matarán, no sin antes haber disfrutado torturándonos...
Ahí, de rodillas frente a él y con la boca seca, el latino me mira con una ceja enarcada. Se reclina contra el asiento, abre las piernas y se frota las manos contra los muslos, tratando de contener su frustración y nerviosismo.
—Te necesito, porque nuestras vidas corren peligro... —gruño, tratando de transmitirle la seriedad de la situación—. Por favor...
Pese a que su expresión permanece impasible, su respiración se ralentiza. Veo su nuez agitarse, pero no me dejo llevar por su indudable belleza. ¡No es momento para tonterías!
—Neón, solo tú puedes hacerlo... —le insisto, hasta que le veo cerrar los ojos y apoyar la cabeza contra el respaldo.
—Acepto.
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LEAVING TONIGHT
Roman pour AdolescentsLos secretos de Chanel quedan al descubierto la noche que encuentran a su mejor amiga Elsa dentro de un contenedor de basura. En menos de una semana, Chanel ha de saldar una deuda de 500 mil euros si desea seguir con vida. Ante la desesperación, Cha...