25- ¿Final?

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Ni un alma volvió a interrumpirnos durante el resto de la noche. Consumimos despacio una cena que había creado Eliza, superándose a sí misma, y a continuación nos dimos un baño aún más relajante, donde hubo más caricias y besos que limpieza real. Acabamos delante del tablero de juego, disfrutando de una copa de vino cada una. Creo que Kara me dio gusto al beberse la suya, porque sé que no le gustaba mucho el sabor.

La partida de los Hombres del Rey transcurrió como todas nuestras partidas: sufrí una ignominiosa derrota.

-¿Cómo lo haces?- alcé la voz ligeramente, contemplando el tablero de mármol.

-Porque siempre haces lo mismo- contestó Kara.

-Te comunico que he ganado todas y cada una de las campañas que he librado, de Esparta a Troya, a excepción de una sola- respondí.

-Mmm.- dijo Kara, levantándose y dándome la espalda- Es curioso, pero nunca has ganado en Corinto.

Me quedé mirando su espalda que se alejaba, boquiabierta. Era un hecho bien conocido que no había ganado la primera campaña que libré para tomar Corinto... bueno, en realidad no perdí, sino que ordené una retirada. Es una larga historia. Lo que me asombraba era que Kara hubiera logrado ponerme en mi sitio con un comentario bastante jocoso en el que comparaba esa batalla con mi habilidad para los Hombres del Rey.

Tan deprisa que seguro que ni lo oyó, me levanté de mi asiento. La tenía entre mis brazos, levantada por los aires y colocada sobre mi hombro antes de qué supiera que estaba pasando. La mezcla de los gritos y carcajadas de Kara mientras le hacía cosquillas hizo que Winn, con un exceso de entusiasmo, entrara a la carga por nuestra puerta.

Nos quedamos todos parados, mirándonos los unos a los otros. Coloqué bien a Kara en mis brazos y estoy segura de que el guardia se empezó a preguntar qué iba a ser, si el Tártaro o el Elíseo.

-Yo... perdón... es que... es que he oído... y entonces pensé que a lo mejor... pensé que la dama... mmm, que podía tener... problemas...- intentó farfullar el guardia con desesperación.

Kara y yo no dijimos ni una palabra.

-Pues ahora me... mmm...- Winn señaló la puerta y se marchó por donde había venido, sólo que mucho más silencioso.

En cuanto se cerró la puerta, Kara y yo nos miramos y estallamos en carcajadas.

-Pobre chico- dijo Kara.

-Pobre chico, una mierda.- dije, al tiempo que cruzaba la estancia y echaba el cerrojo a la puerta, sin dejar de sujetar a Kara con un brazo- Tiene suerte de que esté de buen humor.

-¿Me vas a bajar?- preguntó.

-Ah, claro... ¿después de ese comentario sobre Corinto?

-Bueno, ¿y qué vas a hacer conmigo?- preguntó con un brillo expectante en los ojos.

-¿Tú qué crees?- pregunté, cruzando el umbral de nuestro dormitorio.

-¿Por qué te ríes? Creo que podría- dije, segura de que si hacía un puchero, Kara cedería y se mostraría de acuerdo.

-Oh, Lena, lo siento, amor, pero tú... ¿de esclava corporal? Es que no me lo imagino- siguió riendo.

-Bueno, no he dicho que se me fuera a dar muy bien, sólo que podría, si tuviera que hacerlo- repliqué.

-Ya- Kara enarcó una ceja.

-¡Claro que podría! Deja de mirarme así.

-¿Cómo, amor?- preguntó.

-Así. Con ese aire condescendiente que dice que no crees que pueda hacerlo.

-Lena, querida... estamos hablando de renunciar a tu propio placer para ocuparte del de tu ama, de no pensar siquiera en obtener la más mínima satisfacción para ti misma. ¿Recuerdas la noche en que nos conocimos, cuando acabaste desmayándote?- preguntó Kara.

Conquistando a la Conquistadora (ADAPTACIÓN SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora