La Bebe Que Cria A Un Villano [Primera Parte]

Capitulo 43. Adrián

Ella sacudió su cabeza.

“No hay manera de salvardlo”

“Entonces dime cómo hacerlo de nuevo”.

“Pero será diferente a este… Umm ¿Amy era su nombre, cierto?”

La mirada de Adrian cayó al suelo.

Recordé el pasado. Fue él quien primero montó a caballo en la marcha de la victoria de la Guerra Santa.

La intensa dignidad que tenía se podía sentir incluso antes de que su hermosa apariencia apareciera en los ojos de alguien.

Vagamente había pensado que nadie podría lastimarlo.

Pero el niño que estaba viendo ahora estaba sumido en la tristeza. Hasta el punto en que solo mirarlo hacía que el corazón de una persona doliera.

“Pero podemos hacerle una tumba”.

Cuando hablé en voz baja, Boone estaba inquieto y decía:

[¡Jovencita, tus diez fresas!], Pero fingí no oírlo.

Adrian miró hacia arriba y me observo fijamente, no evité sus ojos.

***

“Ahora hay que cawar la tumba”.

Adrian miró a la chica que apuntaba al suelo mientras sostenía a Amy con cuidado en una mano.

“Cuánto tiempo más vas a estar asombrwado, Vamos, hay que cawar.”

La chica apartó la mano de Adrian y le devolvió a Amy para que la abrazara.

Luego se puso en cuclillas y excavó la tierra. En cuestión de minutos, se pudo ver un agujero dos veces más grande que el que había hecho Adrian.

“Ahora paredce una verdaderwa tumba”.

Ella era una niña realmente extraña.

Cavaba tan bien como una granjera.

El niño tampoco había visto a nadie ser tan amable con él.

‘Pero….

Pero si ella supiera quién soy, actuará de manera diferente.’

Todos lo hicieron.

La familia real, los nobles e incluso los hombres de palacio lo consideraban una monstruosidad.

Una monstruosidad que daba miedo tocar y era una molestia.

Como el hijo mayor del emperador, y siendo constantemente controlado por la emperatriz Yvonne, la hija mayor del duque Marche, Adrian se sintió incómodo.

Aún estaba físicamente vivo, pero al mismo tiempo no se sentía realmente vivo.

Entonces, si ella supiera quién era, todo sería diferente.

Los brillantes ojos que lo miraban se oscurecerían por el miedo, y cambiarían a ser sombríos. Él no quería que ola lo mirará así pero pensó que tenía que decírselo antes.