capítulo 3

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EN EL CAPÍTULO ANTERIOR...

I: pero nada, por favor, sal ya, no es correcto que estés aquí y menos a estas horas.

Sin más, Victoriano salió de la habitación un poco molesto por no haber podido hablar con Inés y no se fue a su habitación sino que se dirigió a la cocina por un baso de agua a ver si lograba calmarse

En la cocina se encontró con Diana, quien estaba distraída en la nevera sacando una jarra, al voltear vió a su padre y se espantó, dejando caer la jarra al piso...

*CAP. 3*

V: (espantado, pero reaccionando rápidamente corrió hacia su hija)... ¿Estás bien?

D: (recuperándose del susto)... S... Si, si papá, me espantaste, ¿Que haces aquí?

V: asumo que lo mismo que tú, tenía un poco de sed y decidí venir por agua, pero no pensé llevarme el susto de la semana... (Tratando de sonar chistoso para olvidar el mal rato)

D: mmmm... (Mirando a su padre con suspicacia y tomando un sorbo de agua)... Pa'

V: Dime hija

D: ¿Por qué mi nana está rara contigo?

V: Inés ¿rara conmigo?... No entiendo a qué te refieres... (Mintió, pues sabía perfectamente lo que quería decir su hija)

D: si papá, justo esta mañana mis hermanas y yo nos dimos cuenta de cómo se comportaron

V: no, no se de qué me hablas Diana y está conversación no nos lleva a ningún lado así que mejor vamos a dormir... (Habiendo ya tomado agua y dispuesto a no seguir siendo interrogado por su hija)

D: (un poco extrañada por la actitud de su padre simplemente decidió aceptar lo que su padre propuso y no seguir con su interrogatorio)... Está bien, descansa... (Dándole un beso en la mejilla)

Un amanecer inevitable se hizo presente en la hacienda las Dianas, el cual venía acompañado de un sol que cada minuto se hacía más radiante, con esto, el día laboral empezaba y ya todos se encontraban listos para realizar sus deberes.

La mañana transcurría como de costumbre, todos desayunaron y se encontraban trabajando. Ese día Victoriano decidió ir a la empresa acompañado de su esposa debido a la insistencia de la misma en querer ir y este no muy convencido simplemente la complació, aunque ajeno a los sentimientos que explotaría en otra mujer.

Una Inés irritada y hasta molesta se encontraba caminando de un lado a otro en su habitación recriminandose el por qué se sentía así...

I: no entiendo, ¿Por qué me afecta tanto que se vaya con ella?... (Pensando en voz alta)... Al fin y al cabo ella es su esposa... (Ya sentada en la cama)... Ay Dios mío, ¿Por qué estoy celosa?, este sentimiento no viene a lugar... (Ahora levantándose y viéndose al espejo)... Inés, recuerda lo que eres en la vida de Victoriano, simplemente la nana de sus hijas.

Habiendo tenido una conversación interna un poco intensa, se calmó y salió nuevamente de la habitación para volver a sus quehaceres... El día seguía transcurriendo, Inés tuvo que ir al mercado a comprar cosas que hacían falta para la comida y en vez de ir acompañada de las otras chicas, decidió aceptar la compañía de Benigno, un gran amigo y quien había sido uno de sus pretendientes en el pasado.

*Mercado*

B: ay Inecita, no había tenido la oportunidad desde que regresé de decirte que estás re chula

I: (riendo por el comentario del hombre)... Que cosas dices Benigno, en tantos años, solo he envejecido

B: pos, esos años te han caído de maravilla, pero bueno, no quiero molestarte... (Ahora notando la cara de incomodidad de Inés)... a ver cuéntame, ¿Que has hecho?, ¿Como fue tu vida en todo este tiempo?, ¿Como fue que tuviste un hijo?, ¿Y el papá?

Hilo Rojo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora