XXI

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✨Editado✨

Arani estaba algo confundida, inquieta de hecho. Aún sostenía la mano de Khowan mientras continuaban su camino hacia donde la Lady se había llevado a Kalena y a Nolan, ellos siquiera habían notado que se habían quedado atrás.

Algo se removió en su estómago, tanto, que pensó que vomitar el desayuno no sería tan mala idea.

Ella había visto algo cuando piso la Corte por primera vez, había sido raro, cuando le preguntó a la Lady ella solo le respondió que la magia de la Corte era como una persona, que tenía personalidad y actuaba conforme al pasado, presente o futuro que le esperaba a cada uno de sus visitantes. Años después descubrió su significado, el significado de las palabras de la Lady, de lo que vio esa primera vez.

Solo había visto dos cosas. Gritos y una montaña. Jamás había olvidado nada de eso.

Décadas después de ese día supo que los gritos serían los suyos cuando torturaban a Damir en el Sala del Trono mientras ella estaba encadenada, igual de maltratada, con su sangre manchando el impoluto suelo de baldosas brillantes, al igual que la sangre de Damir. Y que esa montaña sería Ikhia, donde la encerrarían y esclavizarían durante dos malditos años.

No quería pensar en lo que Khowan había visto, y por amor a los Dioses, deseaba que fuese lo que fuese, jamás sucediera. No le preguntaría que había visto, sería demasiado personal como para que él lo confesara, simplemente se aseguraría de ser mucho más cuidadosa, con todo, para evitar que fuese lo que fuese que el Rey hubiese visto para terminar en ese estado... no ocurriera.

-Lamentamos la tardanza, fue mi culpa -se excusó frente a la Lady que ya estaba sentada en su trono de astas blancas, como su corona. El negro de su cabello y ojos contra el blanco del trono y su corona. Era divino.

-Descuida, mi niña -le quitó importancia.

Arani y Khowan se quedaron junto a Kalena y Nolan frente a la Lady, mientras las demás hadas se reunían a su alrededor.

Ella tuvo la intención de soltar la mano de Khowan, pero cuando intentó aflojar sus dedos, los de él se apretaron más y no se atrevieron a soltarla. Arani se retractó y dejó su mano donde estaba.

-Mi Lady, como sabe, estamos próximos a una guerra contra el Imperio de Kainhet -dijo Khowan desde su lugar, ya varias hadas de la corte los rodeaban, curiosas.

-Sé porque están aquí, Rey. Mis oídos están por todo Azkar, hasta en los lugares más escondidos -por un momento Arani sintió la mirada de la mujer sobre ella -. Sé que el resto de los Reinos están aliados con ustedes, al igual que los montañeses... Lo que no sé es ¿Por qué venir por mi ayuda cuando ya tiene el apoyo de tres Reinos y una Tribu de guerreros fuertes? ¿Qué los mueve a quedarse en la entrada de mi Corte y pedirme unirme a su causa?

-Kainhet es poderoso -habló ella está vez -. El Ejército Rojo es aún más letal y numeroso que cualquiera de los Ejércitos de la parte Este de Azkar, son los perfectos mercenarios, solo que usan armaduras doradas. Si vamos a la guerra y Kainhet gana... No se detendrán por nada, el Rey es...

-El Rey es ambicioso, cruel, egoísta, malvado, enfermo y cruel. Sin un mínimo conocimiento por la piedad o el cariño, solo el poder -completó la Lady -. Lo sé, verte es una prueba de todo eso, Arani.

Ella no pudo evitar bajar la vista un segundo. Estar bajo esa vista oscura a veces era un castigo, que la Lady viera el interior de cada uno no siempre era lo mejor. Buscó fortaleza para levantar la cabeza y hablar nuevamente.

-Con más razón, si el Rey gana, no se detendrá. Destruirá a cada uno de los Reinos, los desaparecerá de Azkar, y luego vendrá por la corte, quemará todo, se llevará la magia y la vida de toda la isla, extinguirá a las hadas y a los humanos como si fueren una plaga y construirá un Imperio imparable, creará la historia nuevamente, donde él quede como un héroe. Y Azkar ya no tendrá más oportunidad.

La Máscara de Hielo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora