Capitulo ocho: Perdiendo el corazón.

1.1K 212 31
                                    

"¿Por qué habría de renunciar a ser lo que soy a cambio de afecto y aceptación? Las personas pasan. Quedan solo los que deben estar. Lo reamente importante es seguir siendo siempre uno mismo"

(Gian Franco Huacache)

Después de restregarle en la cara que aquel matrimonio era una farsa, Natouch simplemente se fue a su habitación y a la mañana siguiente no lo vio porque simplemente decidió evitarlo saliendo temprano, sin darle ninguna oportunidad para entablar una conversación. Tontamente creyó que cuando permitió que lo abrazara en el jardín ese día, había logrado dar un paso, uno pequeño, pero un paso hacia siquiera una amistad, pero él se había encargado de bajarlo de su nube.

¿Qué le sucede hoy, señor? — Preguntó Nora.

Nada de nada, ¿Qué tal van con lo del restaurant?, ¿Wen ya les presentó las nuevas preparaciones?

Si, hoy en la noche en su fiesta probaremos todo. — Dijo ella.

Me parece excelente.

Cerraremos el salón de eventos, las reparaciones comenzaran por ahí. — También le dijo, pero Ohm no le prestó atención, en cambio estaba viendo a Natouch hablar con Prem, pero, aunque por un minuto sus ojos se juntaron, este desvió la mirada ignorándolo por completo.

¡Feliz cumpleaños, jefe! — Nora fue para abrazarlo y Ohm correspondió.

Gracias Nora...

Le traje un pequeño obsequio. — Dijo ella, estirando un pequeño paquete.

¿En serio?, ¿Qué es?

Ohhh, ábralo, le gustará. A propósito, ¿Vendrá esta noche?

Ahí estaré... — Era una especie de pulsera y estaba grabada con su nombre.

Está hermoso... — Le agradeció.

Genial..., estaremos en el bar. — Le dijo ella, pero Ohm seguía pendiente de los gestos de otra persona y Natouch ni siquiera lo miraba, cuando salió del vestíbulo notó que se deshacía de algo en el depósito de basura y luego se alejaba de ahí.

Después de ese momento no lo vio en todo el día, para cuando llegó a casa a eso de las siete de la tarde esperaba que estuviera para que ambos sostuvieran una conversación, pero solo estaba Alex junto a una señora y Ohm asumió de inmediato que ella seria quien se encargaría de cuidar de Lizzie.

Le presento a mi esposa, señor. — Dijo Alex. — Ella estará cuidando de Lizzie.

Oh, un gusto conocerla... — Después de hablar con ellos de temas triviales, Ohm se impacientó nuevamente. — ¿Dónde están?

Tenían una cita con el doctor en la capital, deberían estar por volver.

Gracias Alex, yo tengo que salir, tal vez llegue tarde esta noche.

¿Cómo?, ¿no cenará en casa?, el señor Natouch...

No, tengo una cita con los trabajadores, no puedo posponer.

Pero, señor, el señor Natouch...

Seguramente volverá tarde, no te preocupes Alex cenaré fuera.

Bien señor...

Estaba de mal humor, no podía dejar de pensar que él tenía razón, aquel matrimonio era una farsa, algo de común acuerdo entre los dos, él para salvar su hotel y Natouch para conservar a Lizzie.

CORAZÓN DE PIEDRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora