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Naruto corrió hasta donde se encontraban la pelirrosa e Itachi, levantó a Sakura en sus brazos y le hizo dar unas cuantas vueltas, el pelinegro se alegró de ver aquella escena entre los dos amigos de su hermano menor así que sonrió con ternura. Una vez que estuvo en tierra firme, la chica aprovechó para sacar el bocadillo que le había traído a su amigo rubio.

—¡¿Ramen?! Sakura-chan eres tan considerada ¡Gracias! -gritó con emoción el chico mientras tomaba el vaso de edición especial que su amiga había comprado en la tierra del té para él.

—Sakura... ¿por qué le compras esas cosas? Se pondrá obeso -añadió Sasuke una vez que logró alcanzar a sus compañeros de equipo, sus padres venían detrás de él.

—¿Estás molesto porque no te traje nada, Sasuke-kun? -el silenció que los envolvió hizo evidente la situación, Itachi se rió cuando lo comprendió, su hermanito estaba celoso de Naruto— ¡Pero también te traje algo!

Los ojos del pelinegro menor se abrieron de par en par en cuanto Sakura le entregó unas galletas de arroz en un pequeño molde. Hacia años que Sasuke había compartido con sus compañeros la adicción que tenía sobre ese postre que le sorprendió a sobremanera que ella aún lo recordará.

—¡Vamos Sasuke! -habló por lo alto Naruto mientras metía su mano al bolsillo izquierdo de su pantalón— Dale a Sakura-chan lo que le compraste en la tierra del arroz.

Con un puño cerrado Naruto le hizo entrega de un par de pendientes de perlas gemelas, Sakura sonrió mientras con delicadas manos tomaba el accesorio.

—Gracias Naruto-kun ¡me gustan mucho! -una sonrisa sonrojada se hizo presente en el rostro del rubio mientras reía por la reacción de su amiga.

—No es nada ¡Tú regalo fue mucho mejor, Sakura-chan!

Pero Sasuke permaneció en silencio mientras evitaba el contacto visual con la pelirrosa, Itachi de inmediato notó la vergüenza en el rostro de su hermano, que con mejillas rojas acariciaba la caja de galletas que Sakura le había obsequiado.

—Sasuke... Dale ese bonito collar que compraste -la dulce voz de su madre se coló en la conversación, tratando de impulsar a su hijo a perder la pena— Tardaste horas en escogerlo.

—Madre -suspiró Sasuke en una advertencia de que debía detenerse antes de que dijera algo fuera de lugar, el pelinegro se animó a mirar a la pelirrosa a los ojos y pronto sintió el arrepentimiento invadir su anatomía— Perdóname Sakura, no te traje nada... El collar del que habla mi madre lo compré para Ino.

El ambiente se volvió tenso después de aquella frase, Itachi supo mediante el lenguaje corporal de Sakura que aquello le había hecho daño de mil formas distintas, pero siendo tan educada se limitó a sonreír mientras pasaba sus manos detrás de su espalda.

—No te preocupes Sasuke-kun... Espero que le guste -y con eso comenzó el principio de aquello que al final nadie iba a poder detener.

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