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Octava parte, antes.

8. Especial, (o la gente que es como Harry Potter).
Wiltshire, Inglaterra (1987)

Draco se despertó esa mañana especialmente emocionado. Por haber logrado descubrir lo que la puerta al final del pasillo escondía, por haber conseguido un nuevo misterio que desvelar o porque Harry lucía como alguien con quién se llevaría muy bien. Realmente no estaba seguro, aunque mucho no le importaba: todo lo que quería era que anocheciera más rápido para poder salir de su cama a hurtadillas y correr por la mansión de un lado a otro, enseñándole a Harry todo lo que quería enseñarle.

Harry, en palabras algo pobres, era un niño extraño. Pese a usar ropa que lucía exactamente igual a lo que Draco usó alguna vez, tener una habitación como cualquier otra y hablar el mismo idioma, había algo en él que daba mucho que pensar. Claramente, Draco no sabía con precisión qué era aquello: y esto, a cambio de la razón de su emoción, sí que le importaba. Así que desayunó un exquisito pastel de queso, dibujó sobre la alfombra de la sala, exploró en las habitaciones desocupadas de la mansión, comió con su madre y corrió hasta el cansancio jugando a las atrapadas con Dobby, pero no dejó de pensar ni un segundo en la rareza que Harry Potter emanaba.

—Mamá—a eso de las cinco de la tarde, Draco murmuró. Pues la incertidumbre no desapareció y estaba demasiado aburrido jugando con la manzana cortada que le habían llevado para resistir hasta la hora de la cena, que no pudo evitar hablar. Narcissa se sobresaltó por un segundo, de espaldas a su hijo, como si hubiera olvidado que él estaba ahí para empezar.

—¿Sí, cariño?

El niño despegó la mirada de su tazón de fruta y, en cambio, miró hacia ella. Aunque la expresión en su aniñado rostro no se borró.  

—¿Tú... alguna vez- —se detuvo abruptamente. Lo que habría sido extraño si la mujer no supusiera que el niño, usualmente hablador, estaba comiendo su manzana en trozos y se estaba tomando un momento antes de continuar. Así que esperó.

Y esperó.

—¿Alguna vez qué, cariño?

Draco inhaló cuanto aire sus pulmones resistieron, mordiendo su  labio inferior mientras sospesaba la probabilidad de que su madre hiciera muchas preguntas una vez que él terminara de hablar:—¿Alguna vez, has conocido a alguien que te pareciera tan extraño sin una razón aparente? Como si, todo lo que tiene, lo que dice, todo lo que... es, fuera distinto incluso cuando parece no serlo a simple vista.

—¿Distinto? ¿A qué te refieres exactamente con eso, Dragón?—ella preguntó, volteando hacia su único hijo con una velocidad que daba a entender la intriga que comenzaba a crecer en ella. Draco fue capaz de distinguir la misma curiosidad que él mismo tantas veces experimentaba en los ojos de su madre.

—Pues... Pues, no lo sé. Sólo "distinto".

La confusión en Draco aumentó considerablemente, en especial cuando su madre se separó del gran ventanal y caminó hacia él. Se dejó caer frente a Draco, tomó sus pequeñas manos y lo miró atentamente, con los ojos azules brillando como nunca antes. A esas alturas, la curiosidad pareció apaciguarse para Narcissa.

—Tal vez quieras decir especial, amor—rió de una forma encantadora, su cálida voz maternal distinguiéndose mientras lo hacía— Alguien que no necesita ser extraño para ser distinto, ¿verdad? Así que es simplemente especial...

Draco asintió con lentitud, esperando que la mujer continuara. Cuando no lo hizo, él se vió en la necesidad de intervenir:— Sí, supongo. Algo como eso, ¿lo has sentido con alguien?

—Bueno, sí... Con muchas personas en distintos tiempos—Narcissa suspiró—: L
En la familia, lo sentí con mi primo Sirius, con mi hermana Andrómeda o con mi tío Alphard. Hubo quienes apenas conocí en Hogwarts y también me lo parecieron, supongo que es una característica difícil de ocultar.

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2021 ⏰

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EL NIÑO EN LA ALACENA, drarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora