Las lágrimas son saladas (Jaime x Brienne)

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Prompt: las lágrimas son saladas

Fandom: Canción de Hielo y Fuego (saga); Juego de Tronos (serie televisiva)

Pareja: Brienne de Tarth/ Jaime Lannister

Sinopsis:

Hay una razón por la que en los Siete Reinos nunca ha visto una sirena, más allá sobre las leyendas de las islas de Tarth o Pyke y sus historias subida de tonos de marineros borrachos. Nadie las merecía, mucho menos su corazón.

Jaime lo había escuchado, pero no podía creer que existieran. Tampoco había creído que pudieran existir los dragones o los caminantes blancos, pero henos aquí.

¡Oh, belleza marina, arrástrame contigo, llévame a lo profundo!

¡Así como en el mar, a tus labios, déjame entrar!

Advertencias: Sirena Au; Hurt with out confort (dolor sin confort); Muerte de personaje; Lenguaje vulgar; contenido explícito;  not beta reader.

Nota de autor: siempre he tenido un especial cariño por esta pareja y consideré que era tiempo de escribir algo para ellos. 

Pequeña y humilde, comparto contigo esta historia. No olvides dejar tu comentario, por favor. Agradecería criticas constructivas.

Besos.

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Las lágrimas son saladas


I

Jaime siempre pensó que Cersei era la mujer más bellas de todas. No había ser siquiera en todo Poniente que pudiera igualar la graciosa belleza feroz de su hermana gemela. O quizás si había una.

Brienne de Tarth era la última mujer en los Sietes Reinos con la que Jaime o cualquier hombre querría tener como amante. La mujer era enorme, tosca y sin gracia y tenía una fea cara de caballo. Albergaba la esperanza de ser un caballero. Por supuesto, se dijo Jaime, es normal que quisiera llevar armadura en vez de vestidos de seda, ya que saltaba a la vista que esa mujer jamás podría casarse ¿Para qué preocuparse entonces por llevar seda?

Definitivamente la ultima mujer a la que cualquier caballero, pescador, o pastor imbécil podría desear en todo Poniente. Ni siquiera los desesperados hermanos de la guardia de la noche querrían tocar para nada sexual semejante pedazo de mula. 

Aun así, Jaime había caído rendido ante ella. Es cierto que la mujer era una ingenua y no tenía la graciosa belleza de una dama de la corta o la exótica de las mozas de los burdeles. Sin embargo, a pesar de todo, había sido su fe en los valores y el código de honor lo que habían cautivado el estrecho corazón del pobre Mata reyes. Eso, y los increíbles ojos azules con los que la heredera de Tarth lo azuzaban.

Ante el espíritu noble de aquella mujer, ante tales cálidos ojos como las aguas del océano tranquilo, Jaime no pudo evitar pensar amargamente lo especial que era Brienne. Inalcanzable, un tesoro que él no podría tocar ni mancillar.

Y había resultado que, en realidad, la mujer era una sirena. Por los siete putos dioses. Aquella mujer guerrera era una puta y maldita sirena. Jaime lo había descubierto por accidente, de casualidad, cuando entró de polizón al dormitorio de la dama mientras se estaba bañando. 

Había querido ir a felicitarla y proponerle otro brindis a salud de su nuevo titulo de caballero de los Siete Reinos ¡La primera mujer como caballero! Pero Jaime, borracho como estaba, se había topado con la dama en la bañera, y una enorme cola de pez  azul índigo colgando por un costado. Aquellas escamas eran tan azules y  brillantes como los ojos que habían cautivado a Jaime.

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