Empieza lo malo.

566 43 15
                                    

-¿Se lo decimos ahora a todos? –Preguntó Eva mientras sacaba las llaves del bolsillo trasero de su pantalón.

-¿El qué? –Pregunté yo con el ceño fruncido.

-Esto, ¿qué sino? –Levantó la mano donde llevaba puesto el anillo de compromiso y lo movió delante de mis ojos, como algo obvio.

-Antes no querías casarte y ahora estás deseando pregonarlo por todos lados –Sonreí levemente, cosa que la puso más nerviosa de lo que estaba.

-Creo que el anillo nos delataría, listillo –Tocó rápidamente con su dedo mi nariz, dándome un toque juguetón que me encantó.

-Ya nos han delatado otras cosas –Me incliné hacia ella con aire divertido y besé su cuello antes que se separara sin parar de reír.

-Que tonto eres... -Susurró Eva para ella misma, cosa que me hizo sonreír muerto de amor por ella, más que nunca.

-Pero me quieres igual –Me cruce de brazos y la miré con cara de sabiondo. Eva suspiró con frustración, como si no pudiera luchar contra mí.

-No habría parejas en el mundo si todas os tuviésemos que dejar por ser tontos –Sonreí con chulería a lo que ella me sacó la lengua, pero alguien de cuatro añitos nos interrumpió.

-¡Mami! –Los dos miramos hacia la puerta y vimos a Naia aguantándola por el picaporte. Mientras, Tom saltó a los brazos de Eva y la llenó de besos -¡Te he echado de menos!

-Yo también, mi amor –Eva le dio un sonoro beso en la frente, Tom se abrazó a su cuello y escondió su rostro en él.

-Debe de estar muy cansado, no ha dormido casi estas dos noches –Miré a Naia y esta me abrazó levemente y me dio dos besos en la mejilla.

-¿Cómo está mi niña? –Parecía preocupada por algo. Una sonrisa sin demasiada emoción se perfiló en su rostro.

-No muy bien, pero son cosas mías –Fruncí el ceño al comprobar lo reservada que parecía, y me recordó a Eva cuando se guardaba sus cosas, cosas que solían ser importantes –Creo que hablaré con mamá sobre algo- Me hizo gracia escuchar aquello, ya que solía mostrarse reacia a hablar ciertas cosas con Eva.

-¿Mamen ya se ha ido? –Preguntó Eva todavía con Tom en brazos, que esta vez me miró a mí y me alzó los brazos hacia delante. Eva me lo pasó y yo lo abracé fuerte.

Quería tanto a mi hijo que muchas veces me había preguntado qué pasaría si le llegara a pasar algo, qué pasaría si me lo quitaran. Miedo que también sentía hacia Naia. Pese a que había disfrutado de maravillosos momentos con Eva, ahora necesitaba un tiempo con los tres.

-Sí, se fue a la tienda y ya me dijo que después no se pasaría, que tenía unos recados –En cuanto Naia dijo aquello, los cuatro pasamos hacia dentro de casa, complemente callados.

Naia parecía preocupada, y en vez de preguntarnos cómo nos había ido, se dedicó a sentarse en el sofá y a escribir en su pequeña libreta, que por más que lo pensaba y pensaba, siempre llegaba a la conclusión que era un diario y que en eso también había salido a Eva. No le quise decir nada para no molestarla, así que me dirigí a la habitación para dejar las maletas que llevaba con Tom a cuestas observándome mientras suspiraba cansado y Eva canturreaba una cancioncilla desde el lavabo.

-¿Vamos a ver una película? –Dejé la maleta encima de la cama y la abrí para coger la ropa y guardarla dentro de los armarios.

-No, mañana hay cole –Tom, enfadado por mi respuesta, se subió encima de la cama de matrimonio y empezó a saltar cual canguro.

3 ARCO IRIS EN LA CIUDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora