Noches interminables.

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Eran las ocho y media y en la biblioteca no quedaba nadie. Me tocaba echar el cierre a mí, así que tuve que quedarme un tiempo más revisando casi todos los estantes y algunas mesas, para recoger los libros que la gente continuaba dejando en ellas sin recogerlos, al menos para quitarme trabajo a mí, porque desde la carta de ayer estaba de un humor de perros, y también debía contar que hacía, creo que años, que Hugo y yo no teníamos tiempo solos para hablar sobre nuestras cosas, sobre nuestra familias o sobre nosotros mismos. Ayer habría sido el día perfecto, pero Tom volvió a nuestra habitación. Suspiré cansada al percatarme que todavía tenía que apagar todos los ordenadores de la planta de arriba y la de abajo.

-¡Ei, Eva! –Miré hacia donde provenía la voz y vi entrar a la biblioteca a Xavi, un buen amigo mío y compañero de allí.

-Hola, Xavi. ¿Te has dejado algo? –Mi voz sonó con pesadumbre.

-No, pero te he visto tan cansada al salir que he decidido volver para ayudarte. –Me sonrió tímidamente e intenté que no se me notara que sabía porque se había quedado.

-Gracias, de verdad, pero no hace falta. –Le devolví la sonrisa, pero lo más corta posible, y volví a dirigirme hacia los ordenadores para apagarlos.

-No en serio, te ayudo. –No rechisté más porque si no acabaría por cansarme más, así que dejé que me ayudara para que se sintiese bien consigo mismo.

Finalmente apagamos todas las luces de la biblioteca y los dos salimos de allí pitando, deseando llegar a casa. Cerré la última puerta con llave y cuando me giré me encontré a Xavi muy cerca de mí, cosa que me asustó y provocó que diera un brinco.

-Eva, eres una gran mujer. –Abrí los ojos de golpe y con delicadeza, colocando mis manos en su pecho, aparté su cuerpo hacia un lado.

-Emm... gracias por el cumplido, Xavi. –Quise bajar por la rampa rumbo a la calle, pero Xavi me cogió por el brazo y me obligó a mirarle.

-Me gustaría... bueno, quería preguntarte una cosa... ¿Quieres venir a cenar conmigo esta noche? Tengo dos vales para ir a ver un concierto country en un pequeño restaurante en el centro y no sé con quién ir y creo que tú eres la mejor compañía. –Solté mi brazo de sus manos y le miré de reojo, un poco con miedo. Estaba muy mosqueada.

-Mira, Xavi, me alaga que quieras ir conmigo, pero...

-Es que me siento muy solo, Eva. Me gustaría tener un poco de compañía. –Sí, un poco de compañía, pero ya entendía yo qué clase de compañía quería este. Querría que le calentara la cama.

-¿Y por qué no te vienes a cenar una noche a mi casa? –Le propuse aquello por tal que me dejara, sabiendo que no querría.

-Eva, eso me parece estupendo.

-Ui, pues qué bien. –Dije sin ningún ánimo.

-Estoy deseando hablar contigo sobre algunos temas.

-¿Sobre qué temas? Porque ya verás, como hables sobre algún libro seguro que Hugo lo ha leído y no parará de preguntarte qué te pareció. Yo por eso ya no leo ninguno. –Se quedó de piedra y con los ojos tristones. Había dado en el clavo.

-¿Hugo? ¿Quién es? ¿Tu compañero de piso? –Su pregunta inocente me hizo reír y el creer que él ya lo sabía también.

-No, tonto, es mi novio.

-Vaya, no sabía que tenías novio... -Se apartó un poco de mí.

-Seis años. ¿No te lo había dicho? –Me dijo que no con la cabeza, completamente defraudado. –Pero bueno, ven a cenar un día. Te caerá muy bien. No habla demasiado, pero cuando le das cuerda no para. –Sonreí orgullosa al hablar de Hugo, pero Xavi parecía estancado en sus propios pensamientos.

3 ARCO IRIS EN LA CIUDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora