Revuelta. I

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-Hace dos semanas dijiste que actuarías, pero nada de nada –David se encendió un cigarrillo delante de ella y le echó todo el humo a la cara. Laura no se inmutó en absoluto.

-Ya, pero creí necesario esperar para que sufrieran más. Me equivoqué. Quiero que confíen en que nada les va a suceder, y ahora mismo sé que está más tranquilo y que al menos Naia ya va sola por la calle y que vuelven a llevar a Tom al parque. Veo a Eva con más miedo, eso sí, el confiado aquí es mi amado –A David le resultó una chica lista, como muchos otras veces. Se sentó en el sillón más cercano y contempló a Laura que, con la mirada perdida, parecía pensar un plan, otro de la decena que tenía en la cabeza.

-¿Cuándo vas a actuar? Ya te he dicho que el sótano está más que preparado –David tenía la intención de esconder a Tom en el sótano, porque había una parte que era insonorizada y a la que nadie bajaba nunca.

-No veo demasiado preciso lo del sótano –Laura frunció el ceño y dejó ir su imaginación.

-Yo sí lo veo. Tú en tu casa no puedes porque está tu madre enferma y es su piso muy pequeño. Esta es una casa muy grande donde el sótano está medio abandonado. Créeme, no he visto a nadie bajar ni limpiarlo desde que estoy aquí. Y a María le da miedo, y su hijo casi nunca está en casa.

-No me acaba de convencer, pero es lo único que tenemos –Era arriesgado llevarlos a una casa donde vivían dos personas que nada sabían del asunto y que se lo desmontarían todo si se enteraban –Mañana van al parque, es el momento ideal. Tom es un niño muy inocente, lo he estado observando –Compuso una media sonrisa y se dio por satisfecha.

***

Sentada en la mesa del comedor esperaba que el reloj de mi muñeca avanzara un poco más. No quería dejar solos en casa a Tom y Naia, pero mi corazón sufría al pensar en Hugo, que hoy tenía reunión de evaluación y estaba tardando mucho, demasiado. Tanto Naia como Tom esperaban mirando la televisión que llegase su padre para cenar. Eran las nueve de la noche y cada vez estaba más nerviosa, más asustada. Decidí bajar a la portería, avisando a Naia de ello para esperarle allí. Di un fuerte golpe cuando salí del piso y en vez de esperar al ascensor, bajé por las escaleras dando pequeños saltitos. Las manos me sudaban por el terror que sentía, ese miedo que me acompañaba desde hacía un par de semanas. En cuanto estuve en la portería, abrí la puerta de la calle y la contemplé ya casi oscurecida del todo. No veía a Hugo ni a la derecha ni a la izquierda, cosa que me dejó sin aliento por unos segundos, hasta que lo vi aparecer con cara cansada y su maletín cogido por su mano derecha. Se me escaparon unas pequeñas lágrimas al ver que estaba bien y fui corriendo hacia él, que me miró sin entender nada en absoluto. En cuanto llegué a su altura, después de una pequeña carrera, me colgué a su cuello y lo besé con infinita pasión. Hugo dejó caer su maleta al suelo de la calle, me cogió por la cintura y me alzó un poco, correspondiéndome al beso con más que agrado. Acaricié su cuello, jugueteé con su cabello y moví de un lado a otro mis labios intentando seguir un ritmo que me estaba dejando sin respiración hasta que él lo cortó discretamente.

-Esto sí es un buen recibimiento –Sonrió pícaramente y yo me deshice.

-Es que estaba muy preocupada. No vuelvas a venir tan tarde –Seguí rodeando su cuello y él mi cintura –Tengo mucho miedo –Cerré los ojos a punto de llorar. Hugo levantó mi mentón y me obligó a mirarle.

-Mi vida, ¿qué te pasa? –Abrí mis ojos, esta vez llorosos por los temblores que sufría –Estás temblando –Me susurró, preocupado por mi situación.

-Estoy muy asustada. No quiero perderte, no quiero perderos –Me aferré mucho más a él y dejé caer mis lágrimas sobre su camisa, una que le había regalado yo por su cumpleaños. Hugo acarició mi espalda suavemente y me sentí segura entre sus brazos, y soñé con que siempre era así.

3 ARCO IRIS EN LA CIUDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora