Cap. 5 - El regalo de la pirata

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   El sol brillaba en el cielo sin nubes. En el enorme jardín, Momo estaba entrenando una vez más junto a su profesor Aizawa. Los dos cruzaban sus espadas mientras se movían con mucha agilidad. Sin embargo, Momo no estaba como las veces anteriores. Parecía que...

Aizawa: ¡Cuidado! – gritó.

Aizawa saltó hacia un costado, aprovechando que Momo estaba distraída, y la golpeó en su rodilla para que caiga el suelo. Rápidamente el profesor se quedó apuntándola con su espada mientras Momo lo miraba fijamente con su respiración agitada y su semblante preocupado.

Aizawa: Si fuera una batalla real, estaría muerta. Usted es muy buena con la espada pero hoy la noto muy distraída. ¿Está bien, señorita Yaoyorozu?

Momo: Sí, sí, estoy bien – respondió con un tono muy poco convincente mientras se ponía de pie -. Es sólo que... Estoy un poco preocupada por alguien, eso es todo.

Aizawa: Aah, ya veo. Entiendo ese sentimiento. Seguro que la quiere mucho.

Momo: La verdad... Sí – sonreía mirando al suelo -. Le tengo mucho aprecio.

Aizawa: Pues ella tiene mucha suerte, señorita Yaoyorozu.

Momo: No, la que tiene suerte soy yo porque... - Momo borró su sonrisa de su rostro y lentamente lo fue mirando a su profesor extrañada. Se quedó en silencio unos segundos y, desorientada, exclamó -. Profesor... Yo jamás dije que era una chica. ¿Cómo es que usted...?

Momo fue interrumpida cuando escuchó una voz muy familiar que salía al jardín mientras se acercaba hacia ella.

Jiro: ¡Buenos días, ama! – sonreía pícaramente.

Momo: ¡Jiro! – le brillaron los ojos al verla.

Momo había empezado a salir corriendo para abrazarla pero se frenó de repente. Su profesor la estaba mirando. No podía hacerle ver a su profesor cuan cercana se había vuelto con su esclava, podría contarle a su padre y eso sería un desastre. Por eso, recobró la compostura y saludó con un falso tono cortés:

Momo: Buenos días, esclava Jiro. Me alegra ver que se encuentra en buenas condiciones.

Jiro: Sí, estoy bien, una noche en un calabozo es una estupidez, jajaja – hablaba despreocupada.

Aizawa: Si me disculpa, señorita Yaoyorozu, tengo unos asuntos pendientes en mi... Bueno, con respecto a... Tengo que irme. Le deseo buenas tardes.

Aizawa hizo una reverencia y, sospechosamente, volvió a entrar a la mansión, dejando a las dos jóvenes solas. Una vez que el profesor ya estaba fuera de su vista, Momo dejó de actuar y salió corriendo hacia Jiro para darle un intenso abrazo, haciendo que sus cachetes se choquen.

Momo: Ayyy, estás bien, estaba tan preocupada.

Jiro: Tranquila, bombón, no me pasó nada. Vine porque tengo ganas de ver si sos tan buena con la espada como me contaron. Por eso...

Jiro se acercó hacia un costado donde había varias espadas colgadas en un palo de madera y tomó una de ellas. La miró fijamente con una pícara sonrisa. Aun mirando al arma, habló con un pícaro tono:

Jiro: Yaomomo, esas ropas que tenés puestas... ¿Son muy caras?

Momo: ¿Qué? ¿Por qué lo preguntás?

Jiro: Respondeme...

Momo: No, no lo son. Cuando entreno, sudo mucho, por eso prefiero usar ropas viejas.

La noble y la pirata (JiroxMomo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora