Les mentí .
Cinco años después.
Voy a cometer un asesinato.
Lo he decidido.
—¡Andrei y Nikolai! ¡Malditos rusos, vengan aquí! — chillo mientras salgo de la habitación, siguiendo al pequeño conejo blanco que me regalaron hace unas semanas.
El animal y yo no nos llevamos mal, pero tiene una obsesión por perseguir a Skol por toda la casa.
—¿Qué pasa, nena? — Nikolai es el primero en aparecer en mi campo de visión y yo suspiro.
No importa que hayan pasado cinco años desde que estamos juntos, sigue robándome la respiración cada vez que lo miro.
—¿Qué ocurre, amor? — la sonrisa inocente de Andrei, a unos pasos de él me dan ganas de golpearlo.
—Kandisky le mordió la cola a Skol— le gruño— ¡Pobre lagarto!
—¿No lo sabías, amor? Las colas de los reptiles se regeneran— me dice en broma— pero hablaré con Kandisky para que no te estreses— se acerca, me da un beso breve y luego, lo veo correr detrás del conejo blanco mientras Nikolai se acerca y hace lo mismo.
Lo cierto es que me regalaron a Kandisky hace unos quince días y, en realidad, lo amo. La pequeña bola de pelos blanca tiene una personalidad que se parece demasiado a la mía y tiene mucha facilidad para sacarme de quicio.
Mañana cumplo veintinueve años y... Demonios, ya debería tramitar la pensión jubilatoria. Nik está llegando a sus cuarenta, junto con Andrei y... ¿Eso de que el vino añejo es mejor? Pues sí, puedo confirmarlo.
Lo cierto es que ambos me vuelven completamente loca cada día de mi vida desde hace cinco años y yo no sé qué tipo de amarre soviético hicieron conmigo, porque la rubia descarada terminó convirtiéndose en una rubia dulce con ellos.
La traición a las sumisas descaradas, Gemma, eso es traición.
—¿Estás enojada por algo, preciosa? — Nik me agarra por la cintura y me acerca a él cuando entro a la cocina.
Andrei aún está persiguiendo al nuevo integrante de nuestra familia y yo niego, conteniendo la risa mientras veo al enorme ruso detrás de la bola de pelos blanca.
—no estoy enojada— admito, acurrucándome contra él.
Pueden haber pasado cinco años desde que esto comenzó, pero ciertamente, sigo igual de estúpida a su alrededor como ese día.
—¿Quieres comer algo? — niego— ¿Estás segura?
—segurísima— le confirmo, mientras me alejo de él para ayudar al abogado a que atrape al conejo.
No sé cómo nos las hemos apañado para que nuestra relación de tres funcione bien, pero realmente, lo que tengo con ellos es algo inexplicable.
—¿Me recuerdas por qué demonios el conejo se llama Kandisky? — el abogado de ojos verdes resopla mientras yo levanto al animal en mis brazos. El comienza a morder las puntas de mi cabello y ahora, luego de todo este tiempo, entiendo por qué los rusos me dicen conejita. Los conejos son insoportables.
—ustedes querían ponerle un nombre ruso y yo quería ponerle un nombre artístico— le recuerdo — Kandisky era un pintor ruso.
—tienes razón— me sonríe— ¿ya te dije que te amo, rubia descarada?
—me lo dices muchas veces, pero puede seguir — le sonrío.
—te amo, amor.
Me da un beso rápido antes de alejarse y dejarme sola con el conejo.

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Barroco | SEKS #2
RomanceSERIE SEKS, LIBRO #2 Gemma acaba de salir de una relación complicada y está dispuesta a dejar todo el dolor atrás y seguir adelante, sin involucrarse en serio con nadie más. Nikolai y Andrei no están dispuestos a escuchar protestas cuando ponen sus...