Historia #1

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 Eran pasadas las 12 de la noche, mi cabeza estaba repleta de ideas contenidas en los viejos bordes de mi mente. Cuando leía una de estas historias que te absorben y te quitan el presente, mis padres entraron y me preguntaron que leía, rápidamente cerré el libro que tenía entre mis manos y les dije que pronto me iría a dormir. Me miraron desconfiados, aun así, asintieron y me dieron las buenas noches. Ellos se fueron del cuarto y cerraron la puerta, fue extraño, pues no dieron la vuelta para confirmar si era cierto, me dejaron solo en medio de este acto.

Destendí la cama y como había dicho me acosté, sin embargo, cuando trataba de dormir en ese entresueño inconsciente en el que se está más vulnerable y estúpidamente más inocente, empecé, poco a poco a recordar la historia que había leído. Exhorto en mi imaginación vi como mis padres abrían la puerta, sonrientes, con una sonrisa maquiavélica empezaron a cantar una canción. Era un idioma irreconocible para mí, no tenía sentido, era estúpidamente inaudible pues había gritos infantiles en el coro, y gritos desgarradores cuando mencionaban el oro. No entendía, pero pasados unos segundos recordé la historia. Era un río de oro, un río brillante donde allí yacían los enemigos, amigos y personas malditas por el trono. Una historia donde reyes mataban incluso a sus propios hijos, fueron tantas las maneras que aun los arañazos quedan en sus nichos. Mis padres callaron, hubo un silencio tortuoso en donde sacaron de sus bolsillos pequeños cuchillos, sus miradas eran heladas, petrificadas por algo que veían en plena noche y aún no reconocía. De repente salió agua ensangrentada del libro, salieron uñas, manos, cabezas guillotinadas, cuerpos mutilados. Mis padres ya no eran mis padres, eran... Siluetas sin rostro o quizá con mil rostros...Me empezaron a apuñalar, a desgarrar los músculos, era una ruleta de la muerte donde yo era cada opción y así lentamente las heridas se acercaban a mi corazón, una tras otra. Miraba como me abrían el vientre, era tal el pánico, el miedo y el terror que ni siquiera podía gritar, ni siquiera sentía dolor.

Abrí los ojos, era de día, me sentí tranquilo, había una alegría en mi interior. Pasaron un par de minutos y entraron aquellos personajes, veía como la historia se repetía de nuevo. Esta vez sí sentía dolor, solo quería un relevo, un descanso. Ha pasado tanto tiempo que ya soy un hombre longevo, no sé cuantas muertes he de pagar, ni cuanto más dolor he de sufrir, no sé si ese río exista, pero ya lo creo, quiero ver a mis padres no a estos seres viejos, NO MÁS, solo quiero salir de esto, estar en el cielo, caer en el suelo. Al menos... por lo menos quiero salir de este maldito sueño.

LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora