Historia #13

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Vi en el templo un faro, llenó de luz la cueva y en otro mundo mi alma se encontraba. Era un cuarto oscuro, con frascos, cadáveres y camillas ensangrentadas. Observé mis manos y con delicadeza me quité los guantes. En uno de los platos de la sala había un corazón intacto, no tenía sangre, quizá estaba disecado. Me permití explorar los cuartos contiguos. Abrí las persianas que conectaban las habitaciones y en ellos encontré varias personas enjauladas, a oscuras, no podía ver lo que estaban haciendo, así que busqué el interruptor para encender las luces. Tanteé por las paredes para palpar algún botón, mientras buscaba escuché alaridos, gemidos de dolor, entre los cuales se oían: "Doctor, cuando me voy a curar", "cuando voy a salir de este maldito infierno". La soledad en la que se encontraban los pacientes era abismal, sus expresiones eran muy sencillas, arcaicas, algunos solo se limitaban a mascullar letras. Al encontrar el interruptor encendí las luces, lo que vi me horrorizó: Las personas enjauladas tenían solo una mano libre, la otra la ocupaban para palpitar el corazón, las venas se salían de su pecho, podía ver perfectamente como la sangre recorría el cuerpo ya que éstas estaban brotadas, se podía ver a la perfección en su anatomía. Tomé una silla y contemplé al frente de una de las jaulas, por un rato, como aquel impresionante líquido rojo recorría todo el cuerpo de mí paciente, lo que me facilitaba la observación era la inanición en la que estaban, apenas se les notaba la piel y al tener el estómago inflamado sus venas se hacían más visibles. Agarré a uno de los pacientes, este no forcejeó mucho así que toqué su cuello sintiendo como la sincronía de su mano con las venas era casi perfecta. Por curiosidad le pregunté: "¿Se siente fatigado?". El no respondió y al no responderme me encolericé, tome su brazo con bastante fuerza haciendo que su corazón cayera y colgara de su pecho, en esas volví a preguntar: "¿Se siente fatigado?". Al principio trató de forcejear, pero su fuerza era casi nula, segundos después sus brazos se relajaron, su cuerpo decaía, sus ojos se cerraban. Dije: "Con que necesitabas un pequeño descanso, eso es lo que necesitan el resto de los pacientes". Todos los demás presentes se quedaron callados, sin decir ni una sola palabra, eso me permitió escuchar un alarido en la sala de al frente, partí rápido hacía esa dirección, al entrar, un hombre estaba en una camilla amarrado tratando de liberarse de sus cadenas, me gritaba: "No lo haga maldito animal", pateaba, trataba de golpear, pero no podía, de hecho, sus manos y pies estaban morados. Me acerqué lentamente y con fuerza empujé su mandíbula hacía arriba para que no me escupiera o mordiera, escuché su corazón latir, le dije: "Primero tendré que hacer una prueba de fatiga para ver si se está cansando, el procedimiento consiste en lo siguiente: Extraeré su corazón dejándolo en su mano. Como usted está despierto será más doloroso ya que no tengo sedantes para calmarlo, acto seguido durará unos días brindándose su propio latir, si pasa la prueba lo dejaré libre, sino pues se le aplicará el descanso a la fatiga que está sufriendo". El hombre mascullaba, gritaba, se cansaba, estos hechos me hicieron comenzar un procedimiento distinto. "Ya que no hace silencio creo que comenzaré aplicando un leve descanso a su boca", cogí la parte inferior y superior de su mandíbula, se la abrí en dos para que no gritara, efectivamente dejo de gritar, después hice pequeños cortes en los tendones de los brazos y pies del sujeto haciendo que este perdiera motricidad con las partes de su cuerpo. El paciente se había calmado así que procedí a extraerle el corazón. Una vez terminada la cirugía le di al sujeto su órgano más preciado, él lo recibió, sin embargo, de manera inmediata lo arrojó, pasaron segundos cuando se relajó. La terapia había sido más efectiva de lo que pensé, así que fui al cuarto del principio y lo colgué como uno más de mis éxitos, le quité el corazón y lo metí en uno de los frascos. Abrí la puerta que daba a la calle y un carro me atropelló provocándome la muerte, esperaré que otro científico continué con mi investigación. 

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