Un laberinto lleno de caimanes rebasó la tierra, donde lobos feroces en busca de la lepra se abalanzaron en ovejas para comer su carne derruida y podrida. La noche donde los pájaros caen, volviendo a enterrar a los vivos. Sus afilados picos como dagas cayeron sobre pechos desnudos de hombres y mujeres, sangre instintiva fue el significado de un arduo silencio. Silencio, silencio, silencio, ni los gritos se escucharon, ni los corazones explotaron o en su mínimo los vivos con sus garras arañaron. La noche imperó, pero ya no sabré de días y de noches, una bruma bajo la lumbre de los ojos falsos brilla por la ausencia de aquellos quienes pecaron y que ahora son llevados por la parca hacía su próximo destino. Máscaras, máscaras, máscaras... Fue su presencia quien condenó a la humanidad, entre caricias desgarradoras, quitaron las mejillas y entre besos las gargantas, la sangre brotó en silencio. Ignorado, muerto y masacrado quedo el día común, quedo el amanecer de la luna y el anochecer del sol. Un día común donde los lobos se comen con tenedores y cuchillos, dando espacio a los caimanes a llevarse las sobras a su guarida entre los lagos, entre la guarida del silencio.
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Locura
HorrorBajo el nombre de la mente, un recuerdo antaño de una flor marchita. Vaga el fantasma que tiempo hace ya no canta y que sus gritos de desespero acuñen al nacimiento de la humanidad.