Texto #4

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Morir, morimos, moriste. Su ataúd descansa debajo de la tierra, esperando a que arda en los fuegos interplanetarios, mientras que el ojo oscuro de la luna le recibe con sus manos. Su mente no predice como su corazón o el mío se detienen. Moriremos, es cierto, sucumbiremos frente a las capas de ojos blancos, con máscaras en el abismo, el agujero negro romperá el conocimiento dando paso al ornamento postigo de la locura, se abrirá y perderá los horizontes mientras que la sangre escala su cabeza, en un frenesí inquietante se excitan las venas bajo el color de los cordones frescos, y con hambre se los comerá, comerá la pasión de los placeres. Un aroma se desprende en el transporte, edificio, parque, cueva, inmundicia donde esté. Un aroma extasía su mente, rompe las cadenas del cerebro dejándolo con un puñado de cucarachas en la mano, las espicha sin tener en cuenta que eran de los cuentos de Kafka. Muerte, muerte, muerte. Caerán las estrellas con agujas y corazones sacarán en sus angustias, nadie escapará del ojo de la luna, ella con sus manos lo atrapó, con sus aromas estúpido lo dejó. Y las cucarachas, ¡OH las cucarachas! Ellas fueron las que se llevaron todo el espectáculo. La noche de cucarachas, usted con las manos atadas, usted en la palma de una mano, pobres insectos fuimos, pobres nosotros que al ver el mundo morimos aplastados.

LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora