Estaba teniendo un sueño profundo y placentero. Solía tener el sueño pesado así que no era fácil despertarme, pero ese sonido me despertó. Eran casi las tres y media de la madrugada, salí de la habitación en silencio para ver de donde provenía el ruido. Pensé que sería Dora, la gata de Sarah, que siempre anda por ahí. Aunque estaba casi cien por cien segura de que sería Dora, fui al mini gimnasio que tenían mis tíos y cogí un bate de béisbol.
Podéis llamarme exagerada pero estaba cagada.
Bajé las escaleras con cuidado de no hacer ningún ruido para pillar por sorpresa a Dora o a lo que hubiera ahí.
Para mi desgracia no era Dora la que estaba armando ruido. Lo primero que vi fue una sombra negra, no se veía a penas nada, estaba todo oscuro y mi primer impulso fue darle con el bate que llevaba a aquel bulto negro.-¡Auch!- gritó. No me lo podía creer, Alan estaba ahí en mitad del salón de pie mirándome con una mano en su hombro justo donde le había dado con el bate.
-¡Pero tu estas loco!, ¿qué demonios haces aquí? son las tres de la madrugada chalado. ¿Y como has entrado si se puede saber?
-Por la puerta.- dijo enseñándome unas llaves.- Noah siempre las deja detrás de un pequeño arbusto para que entre cuando no está.
-¿Y que haces aquí? Noah está dormido. Y no es muy normal colarse en casa de otra persona a estas horas, me has dado un susto de muerte, pensaba que estaban robando.
-Estaba todo oscuro y me he chocado con la mesa. -se encogió de hombros.- Y he venido porque quería hablar contigo.
-¿Y no podías esperarte a mañana?, no es precisamente la mejor hora para hablar, ni siquiera se como estoy aquí de pie.
-No podia pegar ojo y he venido, tengo que hacerte una pregunta.
-¿Y porque no has venido a la cena? podrías haberme preguntado todo lo que hubieras querido y además ha sido una cena genial.
-Oh vamos, si has estado ignorandome toda la semana, ¿para que iba a venir para que siguieras pasando de mi? Se que estas enfadada y ya te he pedido perdón varias veces, no se que más puedo decir.
-Madre mía no tienes que disculparte, no me debes nada ni siquiera una explicación. Simplemente me dejaste vulnerable delante de la barbie endemoniada.- A lo de su bipolaridad no le había dado importancia, había estado pensando durante toda la semana y era mejor que no pasara nada entre nosotros, mejor amigos y cuando tuviéramos ganas de besarnos yo no tendría ningún problema en hacerlo o eso creo, siempre me he besado con quien me ha apetecido y cuando me ha apetecido sin ataduras y ahora no iba a ser diferente porque sabía que el pensaba igual que yo, lo dejó bastante claro en la fiesta.
-¿Barbie endemoniada?- preguntó interrumpiéndome.
-Si, April, es la barbie endemoniada, tan guapa por fuera y tan podrida por dentro. Ella pensaba que tu y yo salíamos y al acostarte con ella me dejaste mal a mi, ella piensa que soy una cualquiera, de esas chicas a las que te tiras sin más. Y no me da la gana de que piense así, porque antes que nada va mi orgullo y mi dignidad por encima de ti y de todos.
-Ya te he dicho lo que pasó, no me acosté con ella, ni pasó nada. Estaba tan borracho que me dormí.
-Y te creo.- vi su expresión de sorpresa. -Solo quería que te arrastraras un poquitín más por haber sido un capullo integral, y quería desahogarme. Solo espero que sea la última vez que me dejes así de mal delante de todos.- Había decidido perdonarlo, nunca había sido una persona rencorosa y al fin y al cabo Alan era mi amigo y tendría que pasar tiempo con él, quisiera o no, así que mejor llevarnos bien. No sé si había hecho mal o bien en perdonarlo, pero ya tenía suficiente con el tema de Cameron y Greta que también tendría que solucionar. Nunca me ha gustado estar mal con las personas que me importan y tampoco me ha gustado llevarme mal con nadie.
ESTÁS LEYENDO
Unexpected
RomanceLea West, una chica de 18 años que acaba de graduarse, se muda a Los Ángeles para estudiar en la universidad. Convivirá con su alocada prima Sarah y conocerá a personas con las que aparentemente no tiene nada en común. Lea tendrá aprender a no juzg...