TOUCH STARVED ↻ peter parker © [+18]

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'this is only the beginning

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  Los últimos días ni siquiera te habrían molestado en ahorrarte la lástima de dejarte en la tumba de dos metros que te habían cavado.

  Cuatro días.

  Habían pasado cuatro días desde la última vez que recibiste el mensaje de texto de Peter advirtiéndote que la fecha tuvo que posponerse debido a los deberes de Spider-Man. Entendiste que tenía una responsabilidad con la ciudad. Sin embargo, cuatro días y todavía no habías oído una sola palabra de él. Aunque habías oído muchos otros ruidos.

  Al principio, estabas profundamente preocupada, el corazón se te subía a la garganta cada vez que el pensamiento de él tirado muerto en una zanja en algún lugar, cubierto de moretones y cortes y quién sabe qué más cruzaba por tu mente. Llamarías, enviarías mensajes de texto e incluso tocarías la puerta de su apartamento más veces de las que podrías contar, esperando algún tipo de señal de que estaba vivo. Pero no hubo nada.

  Pasaron tres días antes de que escucharas el primer sonido de movimiento proveniente del departamento de Peter.

  En esas brutales 72 horas, tu mente prácticamente se había apagado. Cambió al modo avión y excluyó al resto del mundo. Te habías deslizado hacia una oscuridad que no podía desaparecer con un parpadeo de luz. Esta oscuridad era pegajosa y se pegaba a tu piel como el sudor caliente que se encogía en la superficie de tu frente. Después de intentar e intentar ponerte en contacto con Peter, recurrir a buscar en las calles, caminar en círculos pintándote como si fueras una especie de súper fanático de Spider-Man, lunático mientras preguntabas a la gente si habían visto al héroe adecuado, pero nada. Hacía días que no había señales de él.

  No tenías a nadie a quien recurrir, nadie a quien llamar o enviar mensajes de texto o estar en este momento de necesidad. No había nadie cerca para ayudarte a encontrar a tu Peter. Nadie más que tu viejo némesis, un paquete de cigarrillos Newport y una botella de whisky JD que te acompañarán durante las largas noches y los días tristes. Sabías que debías parar, dejar la bebida y dejar el cigarrillo, pero tu mente te decía lo contrario. No había nada más de qué alimentar tu ansiedad aparte del hecho de que Peter todavía estaba desaparecido. ¿Presentar un informe? ¿Llamar a la policía? Temías las consecuencias.

  No fue hasta que finalmente llegó el cuarto día, cuando pasabas por la sala de estar para recoger el encendedor del mostrador de la cocina, que lo escuchaste. El débil y casi silencioso movimiento de pies que provenía del interior de las paredes. En ese momento te habías congelado en el lugar, sin escuchar nada más que el sonido de los latidos de tu propio corazón resonando en tus oídos cuando el tiempo se detuvo.

  En medio del pánico y la emoción, te lanzaste hacia la pared como una mosca en velocidad, presionando tu oreja contra el fino ladrillo mientras escuchabas atentamente. Por un momento no hubo nada, luego se oyeron movimientos, seguidos de voces. Incluso a través de la barrera que los separaba, reconocías la voz de Peter. Era él, él estaba allí, pero también alguien más. No estaba solo.