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consigna: narrador queda a cargo de cerrar una casa: ¿Qué hacemos con todo lo que hay ahí? el dueño puede haberse mudado o fallecido

escrito:

Si había algo que Alex no soportaba, era que le dijeran miedoso. Tal vez no era tan social o segura de si mismo, pero esa palabra era demasiado. Cuando sus "amigos" se la dijeron días atrás no discutió. ¿Qué iba a decir? ¿"No lo soy"? Esa respuesta no lo convencía. Necesitaba algo más, una prueba. ¿Qué es ser valiente? ¿Cómo demostrar que lo era? Pensando ideó una mejor pregunta ¿Cómo demostrar que los miedosos eran los demás? Claramente haciendo algo que ellos no harían jamás. ¿Y qué era lo único que nadie hacía? Entrar a la casa abandonada.

(Solo una prueba) pensaba mirando la casa. (Conseguir algo para probar mi punto, y después devolverlo) se repetía mientras giraba la manija de la puerta con su mano libre y la empujaba para abrirla. Las bisagras se quejaron al funcionar después de años sin aceite, y el suelo crujió a sus pies cuando entró. Los ruidos eran normales, o al menos obvios para una casa de madera con tantos años y sin mantenimiento.

Encendió la linterna que tenía en su mano izquierda, por que claro que su único momento libre para ir allí era de noche, y observó a su alrededor. Esperaba encontrar un objeto decorativo, un mantel, un cuadro... nada que hubiera en esa entrada. (Abandonada es una descripción más que perfecta) imaginó que si buscara una imagen de la palabra, vería aquella mesa llena de polvo con 4 sillas vacías. 

Cruzó una puerta, llegando a la cocina, sin encontrar al mejor que antes. La pared frente a él tenía las alacenas y cajones para guardar la comida, mientras que a su derecha se encontraba la mesada. No se sorprendió al ver todo tan empolvado como en la entrada, pero si de las latas de comida vacías, que se encontraban entre la mesada y el suelo. Un escalofrío le recorrió la espalda al recordar la leyenda que siempre le contaban de pequeño, sobre la bruja que vivió en la casa hasta que un día desapareció sin dar explicación. (Tener un gato probablemente era una de las razones  para que pensaran que era bruja) supuso (Las brujas no existen. Seguro que la casa es vieja e inestable, y no querían que alguien se lastimara) continuó.

Regresó sobre sus pasos, preparándose mentalmente para subir al piso de arriba por una escalera tan antigua como para romperse bajo sus pies, esperando que el pasamanos resistiera su peso en ese caso. Estaba tan concentrado en sus pensamientos, que no notó a la criatura que lo observaba anteriormente. Escondido en lo alto de una alacena, su oscuridad era apenas más densa que la iluminación del propio ambiente, pero sus brillantes ojos verdes parecían brillar.  Bajó de un salto, cayendo silenciosamente sobre sus patas, yendo detrás del chico poco después de oír el último crujido de la escalera.

Sus garritas golpearon despacio contra los escalones mientras subía corriendo. Una vez arriba paró, viendo la puerta abierta al final del pasillo, dudando en seguir. Se decidió, avanzó lentamente con una patita delante de la otra, y su cola moviéndose de lado a lado. Al asomarse por la puerta, vio a Alex sentado en el borde de la cama, con un diario en sus manos, y el cajón de la mesa de luz abierto. Por la expresión de su cara estaba cerca, cerca de la última página, cerca de descubrir la verdad.

El chico no tardó en terminar de leer, cerrando el diario, y dejándolo a su lado sobre la cama. Su mente intentaba procesar toda la información. (La bruja fue real, y no desapareció de la nada... escapó) un suave maullido lo regresó a la realidad, haciendo que dirigiera su mirada y linterna al minino, quien también le miraba. No directamente, ya que la luz repentina le molestó un poco. Sus pequeñas orejitas bajaron mientras sus ojitos se levantaban, y volvía a maullar.

En una situación similar el chico no habría dudado en acariciar al animal, pero esto era diferente, principalmente porque no era un animal, era una persona. Una persona hechizada por la bruja, para vivir eternamente, y ocupar su lugar en la casa que siempre necesitaba un inquilino.

-Hola, soy Alex- 

Dijo en forma de respuesta a los maullidos, sorprendiéndose bastante cuando el animal volvió a comunicarse, y no maullando.

-Hola Alex-

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