Capítulo 35

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Niall se había encargado de llevar a la madre de Louis y a Freddie al aeropuerto y se aseguró que estaban dentro del avión para después volver con tranquilidad a la casa de los Greco. Al llegar, estacionó el coche frente a la puerta principal y miró el reloj de su celular para comprobar que eran las 4:20 am. Sabía que todos lo esperaban y nadie había dormido hasta ese momento esperando saber noticias suyas, por lo que se apresuró a bajar del coche y entró intentando no hacer ruido con la puerta, mientras se quitaba los audífonos y los guardaba junto con su celular en el bolsillo de su pantalón.

Caminó en dirección a las escaleras para informarle al moreno y al ojiverde como habían salido las cosas. De pronto, pudo ver al rizado subiendo con desgane al segundo piso. El irlandés iba a acercarse a saludarlo cuando, por primera vez, pudo notar por la actitud corporal del ojiverde su estado de ánimo. Niall frunció el ceño y lo miró con interés desde una distancia considerable para asegurarse que en realidad no se equivocaba.

En ese momento, el menor suspiró y se recargó en la pared de las escaleras mientras miraba al techó, después cerró los ojos con fuerza y dejó salir el aire en sus pulmones de manera entre cortada. ¿Estaba llorando?

El irlandés se acercó a él y puso la mono en su hombro para llamar su atención.

–¿Estás bien?–lo miró con atención.

–¡Niall!–dijo Harry después de dar un pequeño salto y sonrío–¡Vaya, qué susto me has dado!–bajó la mirada y sorbió discretamente por la nariz. En el momento en que volvió a mirar al ojiazul, todo rastro de tristeza había desaparecido, sin embargo Niall sabía que simplemente estaba fingiendo.

–Disculpa, no era mi intención–se encogió de hombros–¿todo está bien?

–Todo bien–mintió a la perfección–¿todo en orden con la madre de Louis y Freddie?–lo miró con seriedad.

–Ya están camino a Vancouver–asintió una sola vez.

–Me alegra mucho–miró al final de las escaleras y suspiró pesado–me tenía preocupado.

–¿Por eso estabas llorando?–no dejaba de mirarlo con interés.

Harry lo miró con una sonrisa confundida–¿de qué hablas?–dijo con una pequeña risita.

–Te escuché sollozar–se encogió de hombros para restarle importancia–sabes que puedes confiar en mi.

–Eso lo sé–dijo con una sonrisa amigable–pero Niall, recuerda que nunca has podido decifrarme–dijo con diversión–simplemente estaba preocupado por mi hijo.

–Supongo que volví a equivocarme–dijo entre risas–no tienes que preocuparte por ello, yo me encargo de monitorear que lleguen a salvo a la casa que rentaste–sonrió alegremente.

–No importa a qué hora lleguen, por favor avísame, ¿si?–sonrió de lado y comenzó a subir las escaleras.

–No hay problema–dijo con una sonrisa y dio una vuelta para comenzar a bajar las escaleras. Se detuvo en seco antes de llegar a la planta baja y giró en su lugar para mirar al rizado–Harry–lo llamó.

El aludido lo miró desde la cima de las escaleras–dime.

–Recuerda que yo te considero uno de mis mejores amigos–se encogió de hombros para ocultar lo apenado que se sentía al mencionar esas palabras–si en algún momento sientes que todo se cae y no sabes con quien hablar–alzó una mano y soltó una risa–sabes donde encontrarme.

–Te lo agradezco mucho–sonrió al realmente sentirse aliviado al saber que podía contra con él–supongo que te llamaré pronto.

–Estoy seguro que si–dijo entre risas y dio media vuelta para seguir su camino–nos vemos Harry–dijo sin mirarlo.

Síndrome de Crapgras ||  Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora